viernes, 25 de abril de 2008
Imposibles
Llevo muchos días sin escribir y la verdad es que he estado muy liada. El otro día empecé a escribir algo y tuve que dejarlo en borrador. Hoy lo retomo porque quiero compartirlo con todos vosotros.
Me he dado cuenta de que para Dios no hay nada imposible. Sí, ya sé que es algo que nos han dicho con frecuencia, que es algo que decimos con relativa frecuencia y que creo que es algo que todos queremos creer que es verdad. Pero nunca había sido consciente como ahora de que es verdad y ha sido verdad en mi vida. A veces necesitamos revisar nuestra vida para darnos cuenta de la obra inmensa que el Señor hace en nosotros. Diría que lo hace en, con y por nosotros. La verdad es que podríamos utilizar muchas preposiciones más. Bueno, al grano. Iba yo caminando y orando el otro día cuando el Señor me reveló todo esto. A lo largo de mi vida, que ya va siendo larga, he vivido situaciones que me parecían imposibles de solucionar y sigo viviendo situaciones que me parecen imposibles. Pero, analizando cada una de ellas me he dado cuenta de que el Señor las ha hecho posibles. Algunos podréis pensar que la suerte o mi buen hacer podrían tener algo que ver con ello, pero os puedo asegurar que no es así. ¿Cómo si no podría estar trabajando sin titulación adecuada al puesto? ¿Cómo podría vivir tan feliz con todo lo que me ha pasado en poco tiempo? Yo no soy una supermujer, soy más bien blandita y vulnerable, y la verdad es que siempre me ha horrorizado quedarme sola. ¿Cómo podría aceptar el saber que la persona que elegí como marido no me quiere, no me ha querido y por supuesto no me querrá nunca? Para mí, que me encanta que me quieran, que creo firmemente que todos hemos nacido para amar y ser amados, se me hace impensable de soportar. Pero el Señor ha hecho, hace y hará que sea posible que pueda vivir con esto. Desde mí, insoportable, desde el Señor más que posible. Y volviendo a lo del cole. ¿Cuántos me habréis oído decir que yo no sirvo para dar clase? Ahora me parece que he nacido para esto. Encima con chiquitines, que no han sido precisamente mi fuerte. Y, en cambio, allí estoy, feliz como una perdiz rodeada de chiquillería. Os aseguro que es un auténtico milagro. Y todo, gracias al poder del Espíritu Santo de Dios en mi vida. El otro día Bárbara dio una enseñanza "bárbara" sobre la efusión o bautismo en el Espíritu. Cada palabra era confirmación de lo que yo vivo, y creo que de lo que vivís muchos de los que leéis esto. ¡Cómo nos ha cambiado la vida! En Roma, en el coloquio de carismas, nos dijeron que el bautismo en el Espíritu (o efusión) era un derecho y un deber de todo cristiano. Que tenemos que invitar a todos a recibirlo, para que sus vidas se vean realmente tocadas por el poder de Dios en sus vidas. No se trata de aumentar las filas de la Renovación sino de dar a todo ser humano la capacidad de descubrir en su propia vida lo que puede hacer el Señor si le dejamos entrar "hasta la cocina". En fin, todo esto quería compartir. Y ahora, creo que hay que ponerse manos a la obra para hacerlo posible. Ya sabéis "nada hay imposible para Dios".
Me he dado cuenta de que para Dios no hay nada imposible. Sí, ya sé que es algo que nos han dicho con frecuencia, que es algo que decimos con relativa frecuencia y que creo que es algo que todos queremos creer que es verdad. Pero nunca había sido consciente como ahora de que es verdad y ha sido verdad en mi vida. A veces necesitamos revisar nuestra vida para darnos cuenta de la obra inmensa que el Señor hace en nosotros. Diría que lo hace en, con y por nosotros. La verdad es que podríamos utilizar muchas preposiciones más. Bueno, al grano. Iba yo caminando y orando el otro día cuando el Señor me reveló todo esto. A lo largo de mi vida, que ya va siendo larga, he vivido situaciones que me parecían imposibles de solucionar y sigo viviendo situaciones que me parecen imposibles. Pero, analizando cada una de ellas me he dado cuenta de que el Señor las ha hecho posibles. Algunos podréis pensar que la suerte o mi buen hacer podrían tener algo que ver con ello, pero os puedo asegurar que no es así. ¿Cómo si no podría estar trabajando sin titulación adecuada al puesto? ¿Cómo podría vivir tan feliz con todo lo que me ha pasado en poco tiempo? Yo no soy una supermujer, soy más bien blandita y vulnerable, y la verdad es que siempre me ha horrorizado quedarme sola. ¿Cómo podría aceptar el saber que la persona que elegí como marido no me quiere, no me ha querido y por supuesto no me querrá nunca? Para mí, que me encanta que me quieran, que creo firmemente que todos hemos nacido para amar y ser amados, se me hace impensable de soportar. Pero el Señor ha hecho, hace y hará que sea posible que pueda vivir con esto. Desde mí, insoportable, desde el Señor más que posible. Y volviendo a lo del cole. ¿Cuántos me habréis oído decir que yo no sirvo para dar clase? Ahora me parece que he nacido para esto. Encima con chiquitines, que no han sido precisamente mi fuerte. Y, en cambio, allí estoy, feliz como una perdiz rodeada de chiquillería. Os aseguro que es un auténtico milagro. Y todo, gracias al poder del Espíritu Santo de Dios en mi vida. El otro día Bárbara dio una enseñanza "bárbara" sobre la efusión o bautismo en el Espíritu. Cada palabra era confirmación de lo que yo vivo, y creo que de lo que vivís muchos de los que leéis esto. ¡Cómo nos ha cambiado la vida! En Roma, en el coloquio de carismas, nos dijeron que el bautismo en el Espíritu (o efusión) era un derecho y un deber de todo cristiano. Que tenemos que invitar a todos a recibirlo, para que sus vidas se vean realmente tocadas por el poder de Dios en sus vidas. No se trata de aumentar las filas de la Renovación sino de dar a todo ser humano la capacidad de descubrir en su propia vida lo que puede hacer el Señor si le dejamos entrar "hasta la cocina". En fin, todo esto quería compartir. Y ahora, creo que hay que ponerse manos a la obra para hacerlo posible. Ya sabéis "nada hay imposible para Dios".
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