martes, 25 de noviembre de 2008
La Cruz
Estos días se habla mucho de la Cruz. A raíz de la decisión de quitarla de las paredes de un colegio en Valladolid, se ha desatado la polémica. En estos días que nos ha tocado vivir todo lo que "huela" un poquito a Dios es rechazado de plano. No es que se niegue su existencia, es que directamente se odia a Dios. Sí, se odia a Dios. Quizá pueda sonar un poco fuerte pero es que esa es la sensación que tengo. ¿Por qué? Tanto cuesta admitir que amándonos hasta el extremo, Jesús se entregó por todos nosotros (¡por todos!) a la muerte, y esa muerte, le guste o no a la gente, fue en una cruz. Desde entonces la Cruz es un recuerdo de ello. No es algo del pasado, es algo que está presente y lo estará hasta el final de los tiempos. La Cruz es un símbolo del amor de Dios, de la entrega, de la donación, del sacrificio. De todas esas cosas que en este mundo relativista y absurdo no se quiere saber nada. No es un símbolo político. No es un arma arrojadiza. No es nada eso. Sobre ella han escrito gentes mucho más sabias que yo, y para quien esté interesado no tiene más que buscar y encontrará miles de poemas, artículos, glosas, etc.. sobre ella. Pero nadie como San Pablo para explicarlo mejor que nadie. En su 1ª Carta a los Corintios 1, 18-25 dice:
Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura: "Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes". ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entontenció Dios la sabiduría de este mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
El que tenga oídos que oiga, como dice el Señor. Creo que deberíamos más que nunca celebrar todos los días el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz.
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