sábado, 3 de abril de 2010
A la espera
A la espera de la noche más hermosa, del momento cumbre. De momento, todo el día, el silencio del sepulcro. El silencio que precede al gran grito de Gloria, al Aleluya jubiloso del pueblo. La Iglesia desnuda, vacía de Dios, espera el momento de romper la piedra del sepulcro y exclamar de alegría ante el triunfo sobre la muerte. Su triunfo es nuestro triunfo. Esta mañana meditaba sobre el silencio del sepulcro. Sobre ese descenso de Jesús a los infiernos en general y a nuestros infiernos en particular. Veía a Jesús quieto, yaciendo en el sepulcro y esperando el momento de su salida triunfal. Me imaginaba a la Madre esperando. A los amigos aturdidos y escondidos. A Dios Padre acunando como un bebé el cuerpo inerte del Hijo, velando su sueño.
Hoy echaré mucho de menos otros años en Herencia. Como dice Vicente Borragán: "lo nuestro es la alabanza". Y eso me falta. Esta noche cantaré y me gozaré, pero no podré extender los brazos al cielo y gritar, y bailar y exultar con mi Señor y con mis hermanos. No importa, Jesús va a resucitar y eso es lo único que cuenta.
Hoy echaré mucho de menos otros años en Herencia. Como dice Vicente Borragán: "lo nuestro es la alabanza". Y eso me falta. Esta noche cantaré y me gozaré, pero no podré extender los brazos al cielo y gritar, y bailar y exultar con mi Señor y con mis hermanos. No importa, Jesús va a resucitar y eso es lo único que cuenta.
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