sábado, 14 de enero de 2012
¿Cuesta de enero?
Aquí estoy algo pocha desde hace 3 días. Se suele decir que "ya vendrá el tío Paco con las rebajas", en mi caso ha llegado con la gripe. Gracias a Dios, entre mis padres y mi hermana estoy de lo mejor cuidada. Según decían en la radio, esta semana que viene será donde el pico de la gripe estará más alto. En fin, ¡qué se le va a hacer!
El mes de enero suele considerarse de los más duros del año. Después de la "juerga" decembrina, enero se presenta largo y frío, muy frío. Pero eso es lo que nos quieren vender; eso es lo que machaconamente nos meten por todos los sentidos y, claro, todo el mundo vive con angustia el terrible mes primero del año. Desde el punto de vista geográfico los dos hemisferios, Norte y Sur, lo viven de manera radicalmente distinta. Mientras unos estamos soportando los fríos y los hielos, otros se solazan en las playas disfrutando de ¡las vacaciones de verano! Desde luego, todo es muy distinto con el calorcito veraniego, los días largos, etc. Recuerdo que conocí a un chico argentino que penaba por Madrid buscándose la vida, se llamaba Rubén. Un día cuando la primavera comenzaba a volverse verano, dijo: "¡Qué bien que llegue el verano para sólo pasar hambre!" Me llegó al alma. La perspectiva de las cosas cambia mucho cuando nos calienta el sol. Del mismo modo nosotros, apoyados en nuestra fe, deberíamos vivir con otra perspectiva. La verdad es que es difícil sustraerse del entorno y no caer en la desesperanza, pero eso es lo que quiere el enemigo, y no deberíamos caer en la trampa. A pesar de todo lo que se nos cuenta en las noticias, de lo negro que parece todo, de esa red increíble de pesimismo en la que nos quieren atrapar, yo creo firmemente que se puede vivir de otra manera y me empeño con todas mis fuerzas en hacerlo. No se trata de adoptar la postura del avestruz, escondiendo la cabeza, tapándonos ojos y oídos a lo que sucede a nuestro alrededor, sino de encarar las cosas aferrados al único sol que puede darnos vida y vida en abundancia. Vivir con los pies en la tierra y los ojos en el cielo. Las crisis son un buen momento para ejercer la fe, la esperanza y la caridad con intensidad. Los malos tiempos deben ser tiempos de buenas acciones, de salir de nosotros mismos y de buscar, por activa y por pasiva, el bien común.
Enero no es un mes más bonito o más feo. No es mejor ni peor que otros meses. Es un pedacito de nuestra vida, y deberíamos vivirlo a tope, como cada tramo de nuestra vida. Si no existieran los calendarios, si los meses no tuvieran nombre y apellido, a lo mejor lo veríamos de manera diferente.
Desde un punto de vista litúrgico, enero es un mes precioso. Sólo en la primera semana tenemos tres razones para celebrar. Lo empezamos ya el día 1, homenajeando a Mamá María. El día 3 celebramos el Santísimo nombre de Jesús. El día 6 la Epifanía del Señor, la fiesta de los Reyes Magos. El domingo siguiente a la Epifanía, el Bautismo del Señor. Y así podríamos seguir recorriendo cada día de este mes, celebrando paso a paso la presencia del Señor en nuestras vidas, y recordando a tantos que nos precedieron y que entregaron su vida a Él: San Sebastián y su martirio (día 20), San Francisco de Sales (día 24), San Pablo con su conversión (día 25), Santo Tomás de Aquino (día 28), San Juan Bosco (día 31).
Por eso, a pesar de la gripe, a pesar de la crisis, a pesar de los negros augurios, tenemos muchos motivos para celebrar éste y todos los demás meses del año. No debemos caer en la trampa y siempre encontrar el modo de disfrutar plenamente de todo lo que la Vida nos pone por delante. "He venido para que viváis y viváis en abundancia". Que no se nos olvide.
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1 comentario:
Así es Lou,siempre tenemos motivos para alabar y dar gracias a Dios.
Aunque haga frío,tengamos gripe y los bolsillos no suenen...
Un abrazo y cuídate.Que te mejores Encarna
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