viernes, 30 de octubre de 2009

Dos años tirando palante

Hace dos años que empecé este blog, cuaderno de bitácora, o como lo queráis llamar. ¡Cuántas cosas han pasado en estos dos años! Muchas de ellas, casi todas, las he ido compartiendo aquí: nueva casa, nuevo trabajo, cumpleaños, pensamientos y, en definitiva, esta nueva vida que el Señor me ha regalado. Cuando empecé Tirarpalante, no me imaginaba que esto fuera a durar más de dos semanas, y aquí estoy dos años después. Me ha servido para sanar heridas, para compartir recuerdos, para estar en contacto con mucha gente que está muy lejos, en fin, que puedo decir que ha sido terapéutico en cierto sentido. Gracias a todos los que sois fieles a esto y que sé que me seguís, aunque no escribáis nada, y gracias a los que en algún momento habéis dejado constancia de vuestra presencia en mi vida escribiendo algún comentario. Espero seguir muchos años más tirando palante con todos vosotros.

jueves, 15 de octubre de 2009

Alegría

Tenía que ir hoy a hablar sobre la alegría al grupo Emaús, pero aquí estoy varada como una ballena a causa de la gripe. No saben si es la A, la B o la C, el caso es que tengo gripe y no puedo ir a trabajar, ni salir de casa, ni mezclarme con nadie. Es un poco rollo pero es estupendo descansar un poco y no tener horario. El día se estira como un chicle y parece transcurrir mucho más lentamente. Cuando me llamaron para pedirme que fuera a hablar de la alegría, no tuve dudas y dije que sí. La razón es que creo que si un grupo de personas se reúnen en oración, y el Señor les pone en el corazón un nombre y disciernen que esa es la persona que puede realizar algún servicio, yo no puedo decir que no a eso. No porque crea que yo estoy preparada, sino porque me cuesta decir que no al Señor. Bueno, pues andaba yo a vueltas con esto de la alegría, cuando me ha sorprendido la dichosa gripe. Pero el Señor ha seguido dándome "chispazos" y no puedo dejar de pensar en ello.
Yo creía que la alegría era mi carisma. Pero no es así. Me explico. La alegría es uno de los frutos del Espíritu Santo. Durante años yo he hablado de mi alegría en el Señor como si fuera un carisma que yo tuviera. Al cabo de los años el Señor me ha ido revelando que se trata de un fruto, de una manifestación de la obra del Espíritu en mi vida. La verdad es que es muy distinto. Hablamos mucho de los crismas y los dones en la Reno, pero creo que se habla poco de los frutos. El P. Tom Forrest ya lo ha dicho, creo que en el Boletín del ICCRS,. Empecemos a hablar de los frutos, de la cosecha. De lo que el Espíritu ha sembrado y está creciendo y dando alimento a tantos grupos, a tantas personas. La alegría fruto de la acción del Espíritu, no tiene nada que ver con la alegría a la que estamos acostumbrados en el mundo. El P. Cantalamessa lo decía este fin de semana con meridiana claridad. La alegría en el mundo , el placer, es lo primero que se busca y después vienen las lágrimas, la frustración, la desesperanza. En cambio Cristo nos muestra el camino contrario, primero la pasión, la cruz, y después la alegría perpetua, la alegría en la resurrección, en la esperanza sin fin. El planteamiento es completamente opuesto. Por eso los que nos tratan de convencer desde los púlpitos modernos (radio, televisión, prensa, Internet) que la alegría es algo contrario a Dios, no podrían estar más equivocados.
Yo lo he experimentado en mi vida. Cuando no creía en Dios y me valía sólo por mí misma, mi vida fluctuaba de estados eufóricos a estados depresivos. Tenía momentos de alegría esporádicos, seguidos de momentos de profunda tristeza. Os aseguro que es una montaña rusa a la que no me gustaría volver. Desde que volví a la Casa del Padre, he conocido la alegría en el Señor. Como se dice al final de la Plegaria Eucarística: "Por Cristo, con Él y en Él". Y es más fuerte que tú, y te arrastra y no la puedes contener. Como ese agua viva de la que habla Jesús a la Samaritana. Y además es algo increíble pero el Señor se hace alegre en ti. Sí, como el niño saltó en el vientre de Isabel al ver a María, sientes como si el Señor danzará de gozo por ti, y eso te hace todavía más alegre. En Sofonías 3, 14-18 dice: "¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, rey de Israel, ésta en medio de ti, no temerás ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! Él exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los día de fiesta".
¿Qué más se puede pedir? Yo lo siento en el momento que empiezo a alabar, en el momento de la Consagración, en los momentos de oración íntima con Él, en cada Adoración, cuando Él está presente. En la Reno lo cantamos "Esta alegría no va a pasar, esta alegría no va a pasar, esta alegría no va a pasar. (¿Por qué?)Porque está dentro de mi corazón. El fuego cae, cae, los males salen, salen, y el creyente alaba al Señor". Es eso, está dentro de ti y no importa lo que suceda a tu alrededor, la alegría en el Señor no cesa. Es más fuerte que tú.
Cuando yo era pequeña (13 años) interpreté el papel de María en la función de Navidad de mi cole (el Británico). Era en inglés y en un momento determinado caía de rodillas y recitaba el Magnificat. Me lo aprendí de memoria y pasaron muchos años hasta que me dí cuenta de lo que había recitado en esa función. Lo que en aquel momento eran palabras sin sentido, aprendidas de memoria, ahora se han hecho himno constante en mi vida. Creo que el Magnificat es una proclamación de alegría perpetua en el Señor, de agradecimiento y que cada uno de nosotros podríamos hacer nuestras sus palabras iniciales: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador".
Desde que recibí la Efusión en el Espíritu no he cesado de sentir esa alegría en el Señor que inunda toda mi vida y le doy gracias a Dios por ser capaz de manifestarla y de manifestarse en mí con tanta fuerza. No es algo mío, lo tengo claro, pero permitidme que lo sienta como una marca de identidad. Es como si el Señor me hubiera sellado, me hubiera marcado con ella para que fuera visible para todos. Hace años me sucedió algo en Maranatha. Estaba de servidora en un Seminario de Vida en el Espíritu y había un hermano de los nuevos que no podía soportar mi alegría. Un día que estábamos compartiendo me lo dijo, y yo me quedé bastante mal. Me daba pena hacerle daño, pero no podía evitar alabar con alegría. Se lo dije a Pedro Reyero, y su respuesta fue: "Tú eres las castañuelas de Dios, y las castañuelas de Dios no pueden dejar de sonar". Desde entonces me he dejado utilizar por el Señor, y he seguido siendo sus castañuelas. Unos días con más repiqueteo, otros días más suaves, como el Señor disponga que para eso es Él el que las toca. Bueno, ya os dejo, y lo voy a hacer con algo que San Pablo les dijo a los Filipenses, y que todos conocéis perfectamente: "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres". (Todo esto se lo dedico especialmente a mis hermanitas del grupo Emaús de Madrid).

miércoles, 7 de octubre de 2009

Niña bonita en el Señor

Puede parecer sorprendente pero es que he llegado a los 15 años con el Señor. Es decir, hace 15 años me convertí, "pegué la vuelta", y volví a los brazos de mi Padre. Por eso como los 15 años es la edad de la "niña bonita", permitidme que me diga a mí misma eso: "soy una niña bonita en el Señor". El día exacto fue el pasado 4 de octubre, pero no pude escribir nada porque estoy muy ocupada últimamente, y mi tiempo me rinde muy poquito. ¿Qué puedo decir de estos años? Pues, gracias, gracias, gracias, infinitas gracias al Señor, a Mamá María y a tanta gente que ha hecho posible que yo esté hoy aquí, que sea como soy y que me acompaña en mis alegrías y en mis tristezas, en salud y enfermedad, etc... Espero seguir cumpliendo muchos años más con todos y aunque nos separen en algunos casos océanos y montañas, no importa cada uno tenéis un lugar especial y representáis un momento único y especial en mi vida. Esta tarde, si Dios quiere, iré a mi grupo y daré gracias a Dios con todos mis hermanos, y podré alabar y bendecir, y cantar y bailar y alegrarme en el Señor con todos ellos. Este fin de semana tendrémos nuestro Encuentro Nacional, y podré ver a tantos hermanos que viven lejos y que veo sólo una vez al año, pero que están muy cercanos a mí. Nos va a acompañar el Padre Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, 0 sea que si alguno os animáis podéis acercaros al Palacio de Congresos al lado del IFEMA en Madrid, y compartir el fin de semana con nosotros. La verdad es que no creo que haya mejor manera de celebrar mis 15 años.