miércoles, 21 de abril de 2010

En abril aguas mil

Y no para de llover. Después de un pequeño respiro, en que casi todos nos hemos engañado y constipado, todo sigue igual. Lluvia, lluvia, lluvia. Desde mi ventana el paisaje empieza a parecerse más a Asturias que a Madrid. ¡Todo verde! Precioso, pero ya cansino. Lo que más me afecta es la falta de luz. Ya llegará el verano y también nos acabaremos cansando.

Abril suele ser un mes así de lluvias inesperadas, de chubascos espontáneos y a veces no siempre son sólo de agua. Este mes de abril empezó con una lluvia de bendición que culminó en la Vigilia Pascual de la noche del 3 al 4. Lluvia de gracia, gloria y aleluya. Pero, también hubo mucha lluvia de maldición. Aunque nunca superior a la de la bendición. Maldición que cayó sobre la Iglesia y su máximo representante. Lluvia de verborrea maledicente. De todos modos nuestra Iglesia prevalecerá y estos chubascos desaparecerán. Los que sean culpables que paguen ante la ley de los hombres por sus delitos y todos hagamos lo imposible para que nada de esto vuelva a suceder. Pero ni la Iglesia ni sus representantes son todos culpables, ni es el único colectivo de personas en que estas cosas suceden. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En mi vida hay lluvia de paz y alegría. Aunque a veces, y debe de ser cosa de la primavera, hay una pequeña lluvia melancólica, que me hace estar a veces más mustia. Pero es cosa de pequeños momentos y no puedo decir que mi ánimo esté triste. Todo lo contrario, desde que se me disiparon dudas y se me despejaron nubes, estoy "en la cresta de la ola". Tengo muy claro lo que el Señor quiere de mí, y fielmente le intento seguir, aunque a veces tropiece.

Espero que para todos sea un momento de buena y productiva lluvia.

domingo, 4 de abril de 2010

¡RESUCITÓ, ALELUYA!


¡GLORIA, ALELUYA, GLORIA!

¡HA RESUCITADO!

¡JESÚS ES SEÑOR!


Exulte la tierra y todo el universo. Jesús ha resucitado, ha triunfado sobre la muerte y nos arrastra con Él en su victoria.

Os deseo a todos una Feliz Pascua de Resurrección. Que el Señor bendiga toda vuestra realidad y sea más que nunca Señor de vuestras vidas.

sábado, 3 de abril de 2010

A la espera

A la espera de la noche más hermosa, del momento cumbre. De momento, todo el día, el silencio del sepulcro. El silencio que precede al gran grito de Gloria, al Aleluya jubiloso del pueblo. La Iglesia desnuda, vacía de Dios, espera el momento de romper la piedra del sepulcro y exclamar de alegría ante el triunfo sobre la muerte. Su triunfo es nuestro triunfo. Esta mañana meditaba sobre el silencio del sepulcro. Sobre ese descenso de Jesús a los infiernos en general y a nuestros infiernos en particular. Veía a Jesús quieto, yaciendo en el sepulcro y esperando el momento de su salida triunfal. Me imaginaba a la Madre esperando. A los amigos aturdidos y escondidos. A Dios Padre acunando como un bebé el cuerpo inerte del Hijo, velando su sueño.
Hoy echaré mucho de menos otros años en Herencia. Como dice Vicente Borragán: "lo nuestro es la alabanza". Y eso me falta. Esta noche cantaré y me gozaré, pero no podré extender los brazos al cielo y gritar, y bailar y exultar con mi Señor y con mis hermanos. No importa, Jesús va a resucitar y eso es lo único que cuenta.

viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo


Esta mañana he ido a la Parroquia a ensayar los Oficios de la tarde con el Coro. Al terminar me he ido ante el Monumento, a contemplar a mi Señor. Iba con mi cuadernito, donde voy anotando cosas que me surgen:

"Son las 12 y tú vas cargando con tu cruz. Ya has caído varias veces por el peso de la misma. Tu madre te contempla impotente recordando, quizá, otras caídas, otras lágrimas, en tu infancia. ¿Cómo consolarla? Perder un único hijo de esa manera. Otras mujeres lloran también desconsoladas, quizá conmovidas por tu madre. No puedo llegar a imaginar lo que pasó por la mene de María. Unos te insultan, otros te azotan, otros te escupen, otros te lloran, otros huyen a esconderse, asustados por lo que pueda pasar.
Hemos visto tantas veces esa escena de tu subida al Gólgota, en tantas películas, cuadros, fotos, etc.. Recreada con mayor o menor fortuna. Por exceso o por defecto la miramos como algo ajeno a nosotros. Hoy muchos ni siquiera se acordarán de ti. Entre playas, chiringuitos, juegos y demás, no tendrán ni un minuto para pensar en ti. Y tú, ahí estás muriendo por cada uno de nosotros. Cumpliendo la alianza que el Padre quiso sellar con su pueblo con la sangre de su único hijo. ¡Cuánto amor! Duele pensar en tanto desamor por parte del mundo".
Luego ha sucedido algo que me ha hecho dejar de escribir. Despacio y con pasos inseguros ha llegado una señora que está ciega, del brazo de otra señora. La señora acompañante no sabía donde ponerse. La señora ciega le decía, "Cerca del Señor, cerca del Señor". Me ha parecido tan conmovedor. Ella probablemente pueda verle mejor que cualquiera de los que estábamos allí. Sólo necesitaba estar lo más cerca de Él que fuera posible. ¡Cuánta fe! Dicen que no hay mayor ciego que el que no quiere ver y en este mundo hay mucho ciego, porque hay muchísimos que no quieren ver la realidad palpable de la cruz, de la entrega, del sacrificio. Y todo sin pedir nada a cambio.

jueves, 1 de abril de 2010

Jueves Santo


Tres jueves hay en el año que brillan más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. El tiempo y la política nos han robado dos de ellos, pero permanece éste que además es Santo. Hoy, al menos en Madrid, se cumple, porque el día es brillante, radiante, "espectacular" como diría mi amiga Azucena. Y aquí estoy preparándome para vivir este momento especial del año de la manera más intensa y plena que pueda. Este año no iré de Retiro con mi grupo, pero estaré cantando y orando en mi Parroquia, que tampoco está mal. Hoy es el día del amor fraterno, de la caridad, del servicio en el sacerdocio, de la institución de la Eucaristía, pero para mí sobre todo es el día de Getsemaní, de la soledad de Jesús, del abandono, del miedo, de las dudas y del triunfo sobre todo ello, pidiendo que se cumpla la voluntad de Dios Padre. Por eso esta noche quiero volver a contemplar en silencio toda esa lucha e intentar desde mi pobreza acompañarle con todas mis dudas, mis miedos, mis angustias e intentar poder decirle al Padre que se cumpla su voluntad en mi vida. Recuerdo cuando estuve en Tierra Santa, cómo me impactó Getsemaní y esa piedra blanca sobre la que oró Jesús. Es un lugar muy especial. Yo no soy muy dada a venerar sitios ni imágenes, pero reconozco que toqué esa piedra y sentí algo dentro de mí que se agitaba, difícil de definir. Mezcla de dolor y esperanza a la vez. Voy a echar mucho de menos al P. Vicente Borragán narrando con esa voz única cada instante del relato de la Pasión, y haciéndonos vivir paso a paso los últimos momentos de Jesús. Pero no quiero perder la oportunidad de vivir esta noche lo que el Señor me tenga preparado, sin pensar en lo que fueron otras noches como ésta. Dame, Señor, la posibilidad de hacer silencio y de no buscar más que tu rostro en esta noche.