jueves, 31 de mayo de 2012

Causa de nuestra alegría

Hoy celebramos la Visitación de María a su prima Isabel. Y es un momento lleno de alegría en el Señor. Benedicto XVI ha dicho que "la gracia es la alegría de Dios", y desde luego no podemos negar que el encuentro que tuvo lugar en Ein Karem es un momento lleno de gracia, es decir de alegría de Dios. El niño saltando de alegría en el seno de Isabel; Isabel alegrándose llena del Espíritu Santo por la visita de María, la que ha creído; María entonando el Magnificat, sin duda uno de los mayores himnos a la alegría que se hayan proclamado jamás. María, en las letanías del Rosario, se dice que es "causa de nuestra alegría", y con toda justicia.
Dice un proverbio persa que la mitad de la alegría consiste en hablar de ella, pero nosotros queremos toda la alegría y por eso escribimos, hablamos sobre ella y sobre todo la vivimos. Pero no hablamos de cualquier alegría, hablamos de la que sólo puede proceder del conocimiento de saberse amado hasta el extremo por Dios.
La alegría es un tema inagotable. Desde un extremo a otro de la Biblia encontramos referencias a ella. Muchos han escrito sobre ella, incluso el Papa Pablo VI escribió una Exhortación Apostólica, "Gaudete in Domino" (Alegraos en el Señor), hablando sobre la necesidad de estar siempre alegres en el Señor. Porque de la alegría que hablamos es de la alegría en el Señor, no de la alegría vana que ofrece el mundo. Pablo VI decía que: "La alegría es una red de amor que captura las almas". ¿Cómo no vas a estar alegre si Dios te ama personalmente? No hay amante como Él. Está chiflado por ti. Estoy alegre porque hay alguien que me quiere sin medida. Estoy alegre porque hay alguien que vence por mí. Espero en Él y Él nunca me falla. ¿Locura o cordura?
La alegría en el Señor es cosa del alma. No entran nuestros sentidos corporales. Por eso no es superficial ni momentánea. Deja una huella permanente en nosotros. La alegría en el Señor es la manifestación de la felicidad plena que nos da sabernos salvados para la eternidad. Cada promesa que el Señor nos ha hecho, y nos ha dejado reflejada en los Evangelios, es motivo de alegría permanente. Alegría, entre lágrimas a veces, pero alegría mayor no puede haber. El solo hecho de saber que Él está con nosotros siempre, debería bastarnos para estar alegres siempre. 
El mundo nos ofrece una alegría momentánea frente a la alegría permanente en Dios. Ciframos nuestra vida en momentos determinados, a veces en demasía, de placer. Pero son vana ilusión. Son flor de un día. Suelen dejarnos sabores agridulces y recuerdos nostálgicos. "Cualquier tiempo pasado fue mejor", se convierte en el lema de nuestra vida. Eso hace que nos perdamos en muchos momentos lo que sucede en el tiempo presente. Intentamos, vanamente, repetir situaciones en las que hemos sentido alegría, sin darnos cuenta de que es algo imposible. En cambio, como para Dios nada es imposible, la alegría en Él no pasa, no caduca, no nos deja nostalgia, sino que se renueva permanentemente. La alegría que nos ofrece el mundo es como "el pan para hoy, hambre para mañana"; en cambio, la alegría en Dios es ese alimento permanente venido directo del Cielo y que nutre nuestra vida cada día.
La alegría desarma. Es algo que reta, un desafío. A muchos les molesta, porque siguen metidos en su hombre viejo, y les resulta un escándalo. Incluso puede ser un insulto. ¿Con la que está cayendo de qué se ríen? Esa es la actitud del mundo ante nuestra alegría.  Pero la alegría en el Señor, es una actitud de vida, de vida nueva en Él. Atrás queda el hombre viejo, triste, e irrumpe con fuerza el hombre nuevo, alegre. 
Fama, poder, dinero, pasan y dejan huella de tristeza en nuestro corazón. Pero Dios no pasa nunca. Él nos basta para satisfacer todas nuestras necesidades. "He venido para que viváis y viváis en abundancia. He venido para que tengáis una vida en plenitud". ¿Quién en este mundo nos puede ofrecer esto para la eternidad? Desde ahora y por siempre felices, alegres en el Señor. Frente a la alegría de Jesús, la alegría del mundo es nada y menos que nada. Somos poseedores de un tesoro y no lo podemos ocultar La alegría debe ser como la luz que nos haga brillar frente a los otros. Luz que alumbre nuestra alma y la de los que nos rodean. Luz que interrogue. ¡Qué distinto sería todo!
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domingo, 27 de mayo de 2012

SINVERGÜENZA

Hoy, día de Pentecostés, he decidido ser una sinvergüenza, y os invito a ser sinvergüenzas conmigo. He decidido soltarme la melena (que ya no tengo) y, sin pudor alguno, desnudarme ante el mundo.
¡Sí! ¡Creo en Jesús! Creo que Él es el único remedio para este mundo. Que no hay rescate como el que Él ya ha realizado.
¡Sí! Creo en el amor eterno del Padre. En su misericordia sin fin.
¡Sí! Creo en el poder del Espíritu Santo. En que con Él lo puedo todo.
¡Sí! Creo en María intercesora, madre, velando constantemente por mí. 
¡Sí! Creo en la Iglesia nacida en Pentecostés. Esposa, santa y meretriz.
Y además de creer los amo: a Jesús, al Padre, al Espíritu Santo, a María, a la Iglesia.
Y creo, firmemente, en el poder de la oración. En la comunión de los santos. En el perdón de los pecados. En la eficacia de los sacramentos.
¡Qué "sin vergüenza" soy!
Y doy inmensas gracias a Dios por poderlo vivir con otros tan sinvergüenzas como yo. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

De nuevo en Italia y vuelta

Ya casi un mes que no escribo y parece que ha pasado un siglo desde que lo hiciera. En este mes he estado en Italia (12 días) y he vuelto a incorporarme a mi "tiempo ordinario". Me fui para Italia el día 23 de abril (lunes) por la mañana. Esta vez, gracias a Dios, Margot y yo no tuvimos que madrugar y la verdad es que se agradece. Llegamos a Roma casi a las 3 de la tarde y allí nos esperaba Stefania para llevarnos a Asís. Me hizo ilusión volver a ver a Stefania después de casi un año sin vernos. En Asís estuvimos traduciendo en varios encuentros de la Fraternidad Católica. La primera parte era más rollo porque era la reunión del Ejecutivo, y tiene bastante de política. El día 26 comenzó la reunión de los obispos y la reunión del Consejo de la Fraternidad. Estuvimos repartiéndonos entre las dos reuniones y, la verdad, acabamos bastante agotadas de tanto traducir. Por suerte estábamos cuatro para el español, y pudimos repartirnos bien el trabajo. Los obispos se reunían para tratar el tema de la Unidad del cuerpo de Cristo y había representantes de otras confesiones: evangélicos, pentecostales, anglicanos, ortodoxos, etc.. El día 28 comenzó la  XV Asamblea General de la Fraternidad, que se celebra cada 2 años,  y llegaron hermanos de muchas comunidades de todo el mundo. El lema era "Unidos en Cristo para una Nueva Evangelización". Todo terminó el día 1.
¿Qué puedo decir de esos días intensos? Pues que los he vivido a tope. La alegría de volver a ver a personas a las que quiero y con las que comparto mi fe. Sobre todo volver a ver a Julia y recordar tantas cosas vividas juntas. Poder estar con mi "ministerio de traducción" y reír (y también llorar) con ellos. De las muchas charlas que tuvimos que traducir recuerdo especialmente las del Padre Cantalamessa  y una de Pepe Prado Flores sobre la nueva evangelización. ¡Una gozada!
Se suponía que yo tenía que volver a Madrid el día 1. De hecho tenía mi billete, sacado por Matteo, para volver ese día. Pero, el Señor tenía otros planes para mí. Nada más llegar a Asís, Matteo Calisi Presidente de la Fraternidad, me preguntó si después iba a ir a Bari. Yo, sorprendida, le dije que no estaba en mis planes porque nadie me había dicho de ir a Bari; además, que tenía un billete, cerrado, para volver el día 1 a Madrid. Me insistió en que quería que fuera a Bari, que se iba a reunir la comunidad con los invitados ecuménicos, que no podía faltar, etcétera. Yo, muy sincera, le dije que no podía cambiar el billete y que no tenía dinero para ir a Bari, y luego además ir a Roma para volver a Madrid. Me dijo que no me preocupara por nada y de la noche a la mañana me encontré con que me iba a Bari hasta el día 5 de mayo.
Y allá que me fui a la bella ciudad de Bari. Tuvimos que viajar en autobús durante casi 9 horas desde Asís. ¡Una paliza! Al día siguiente (día 2) celebramos la Eucaristía en la cripta de la Basílica de San Nicolás, donde está su tumba. Es un sitio precioso del cual ya he hablado otras veces. Lo más llamativo es que ortodoxos y católicos se reúnen allí para venerar al Santo. Incluso hay una capilla ortodoxa, con su pequeño iconostasio. Muy singular, la verdad. Ese día nos recibieron en el Ayuntamiento y luego comimos en la zona antigua de Bari. Por la tarde visitamos a D. Mario Paciello, obispo de Altamura-Gravina, y gran amigo de la Comunidad de Jesús. Cenamos en el campo en casa de Antonio, un hermano de la comunidad. Una cena de hermandad y comunión realmente preciosa. El día siguiente (3 de mayo) lo pasamos entero en el local de la Comunidad y acabamos el día celebrando un Ágape, ceremonia donde se bendice el pan, el vino, el aceite y la sal y todos juntos lo compartimos. Es hermoso ver cómo cristianos de distintas confesiones celebran juntos su fe. El día siguiente fue agridulce. Empezó estupendamente visitando una bellísima ciudad que se llama Matera. Allí rodó Mel Gibson la película de "La pasión de Cristo", y es realmente impresionante. La foto que abre esta entrada está tomada allí. Te sientes que te has trasladado en el tiempo y estás verdaderamente en la antigua Jerusalén. Hay un cañón impresionante de un río, muy escarpado y lleno de cuevas que en su día estuvieron habitadas. Me quedé sin habla ante el espectáculo que se abría ante mis ojos. ¡No tenía ni idea que existiera ese lugar! No sabía a donde mirar. ¡Todo tan bello! Después visitamos un convento benedictino que está cerca de Matera y volvimos a comer a la Comunidad. El viaje de vuelta no me sentó muy bien. Entre las curvas y lo deprisa que conducía Dino, se me puso el cuerpo del revés. Me pasé la tarde vomitando (con perdón) y echa un trapillo.
Al día siguiente volví en tren a Roma y en Términi cogí otro tren a Fiumicino. Mi avión salió tarde, casi a las 10 de la noche, y llegó pasadas las 12 a Madrid. Entre unas cosas y otras, las maletas tardaron muchísimo en salir, llegaba a casa de mis padres cerca de las 2 de la mañana. Gracias a Dios mi padre y mi hermana Ana habían ido a recogerme. Tuve la mala pata de que me desapareciera la cazadora en el tren a Roma, de modo que tuvieron que llevarme un abrigo porque llegaba a Madrid sin nada. En esos días todavía hacía frío, aunque ahora parezca mentira.
Desde que volví no he parado de traducir montones de cosas para el ICCRS, el Servicio Internacional de la Renovación, que tenía que terminar en estos días. Al irme a Italia lo había dejado todo pendiente. Por eso no encontraba el momento para escribir. Hoy, por fin, he terminado todas las traducciones y he podido dedicarle algo de tiempo al blog. Además, el otro día tuve un tropezón y me he hecho un esguince, leve, en el pie derecho. Por eso estoy "retenida" en casa de mis padres y me siento un poco "atrapada". No me duele casi  y espero poder moverme mejor este fin de semana.
Y aquí estoy, de vuelta, y con montones de cosas por delante para hacer. Le pido al Señor que me de fuerza, paciencia, alegría y mucha paz, para hacerlo todo lo mejor posible.