jueves, 8 de septiembre de 2011

Empezar bien, realmente bien

Esta entrada se iba a llamar calendario y comencé a escribirla el día 2 de septiembre. En ella iba a hablar de los calendarios, que están entre las cosas que más me gustan. Hubo una época en que todos mis cuadernos tenían un calendario hecho por mí, en la última página. Una de las cosas que me producen más placer es girar la hoja del calendario cada mes. ¡Todo un mes a estrenar! Es como un ritual. En fin, aquí estamos, estrenando hoja del calendario. Como sigo teniendo mentalidad de estudiante, septiembre es el inicio del año para mí. Creo que nos pasa a muchos. Y puedo ahora decir que ha empezado bien, realmente bien. Yo tenía que estar en Roma, en un curso de formación, pero por unas cosas y otras no he podido ir. Mis planes una vez más no han coincidido con los del "Jefe", y claro los suyos siempre son mejores.
Habían convocado un Retiro de Música para el primer fin de semana de septiembre (3 y 4), y a mí me había parecido una equivocación en un principio. Sobre todo por la fecha que no me parecía la más adecuada. De todos modos, como yo me iba a Roma y no iba a ir, pues tampoco me preocupaba demasiado, la verdad. Al final, no he ido a Roma y he ido al Retiro. ¡Pura bendición! Y no lo digo por decir, es que hemos vivido un auténtico paso del Señor, con fuerza, con poder, con majestad. No ha sido un encuentro más, no, ha sido un kairós auténtico. Creo que ya expliqué en otra entrada que kairós es la palabra griega que define algo así como el momento adecuado para que algo suceda. Es el tiempo cualitativo, no cuantitativo; mide la experiencia del momento oportuno. Y es que este retiro ha sido justo eso. Planteado como Retiro de Música, se ha convertido por pura gracia de Dios, en un Retiro de Sanación Interior. Hemos podido interceder unos por otros, hemos reído y llorado juntos y, en definitiva, nos hemos podido amar un poco más. Para mí es como si el Señor nos dijera: "Sí, sí, me encanta que cantéis y toquéis lo mejor posible, pero ahora quiero afinar las cuerdas de vuestro corazón. Quiero primero limpiaros de tantas cosas que os bloquean, para que luego podáis cantar con una sola voz y un solo corazón". A base de dinámicas muy sencillas, el Señor ha hecho su obra de sanación y restauración. Éramos pocos, pero yo creo que estábamos los que teníamos que estar. En la adoración del sábado por la noche, la música y las voces sonaban a algo celestial. Estaba tan ungido todo. Había sido un día intenso, lleno de momentos muy duros incluso, pero al final se notaba que estábamos más unidos que nunca en el canto. Estos días todavía tengo la sensación como de resaca después del retiro. Y esto es sólo el principio, pero ¡qué bien hemos empezado!

1 comentario:

Diego Montes dijo...

Purita bendición es lo que hemos recibido, ya lo creo.