Autor: . | Fuente: ACI Prensa Visitación de la Virgen | |
Fiesta, 31 de mayo | |
Fiesta LitúrgicaPor medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones. Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan. Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre. Visita también Dos mujeres excepcionales |
viernes, 31 de mayo de 2013
LA VISITACIÓN
domingo, 26 de mayo de 2013
FELIPE NERI, EL SANTO DE LA ALEGRÍA
Autor: . | Fuente: Corazones.org Felipe Neri, Santo | |
Apóstol de Roma, Mayo 26 | |
Apóstol de RomaEtimológicamente: Felipe = Aquel que es amigo de los caballos, es de origen griego. ![]() El hombre busca la felicidad, pero nada de este mundo puede dársela. La felicidad es el fruto sobrenatural de la presencia de Dios en el alma. Es la felicidad de los santos. Ellos la viven en las mas adversas circunstancias y nada ni nadie se las puede quitar. San Felipe Neri ilustra admirablemente la felicidad de la santidad. Dispuesto a todo por Cristo, logró maravillas en su vida y la gloria del cielo. Nació en Florencia, Italia, en 1515, uno de cuatro hijos del notario Francesco y Lucretia Neri. Muy pronto perdieron a su madre pero la segunda esposa de su padre fue para ellos una verdadera madre. Desde pequeño Felipe era afable, obediente y amante de la oración. En su juventud le gustaba visitar a los padre dominicos del Monasterio de San Marco y según su propio testimonio estos padres le inspiraron a la virtud. A los 17 años lo enviaron a San Germano, cerca de Monte Casino, como aprendiz de Romolo, un mercante primo de su padre. Su estancia ahí no fue muy prolongarla, ya que al poco tiempo tuvo Felipe la experiencia mística que él llamaría, más tarde, su "conversión" y, desde ese momento, dejaron de interesarle los negocios. Partió a Roma, sin dinero y sin ningún proyecto, confiado únicamente en la Providencia. En la Ciudad Eterna se hospedó en la casa de un aduanero florentino llamado Galeotto Caccia. quien le cedió una buhardilla y le dio lo necesario para comer a cambio de que educase a sus hijos, los cuales -según el testimonio de su propia madre y de una tía -se portaban como ángeles bajo la dirección del santo.. Felipe no necesitaba gran cosa, ya que sólo se alimentaba una vez al día y su dieta se reducía a pan, aceitunas y agua. En su habitación no había más que la cama, una silla, unos cuantos libros y una cuerda para colgar la ropa. Fuera del tiempo que consagraba a la enseñanza, Felipe vivió como un anacoreta, los dos primeros años que pasó en Roma, entregado día y noche a la oración. Fue ese un período de preparación interior, en el que se fortaleció su vida espiritual y se confirmó en su deseo de servir a Dios. Al cabo de esos dos años, Felipe hizo sus estudios de filosofía y teología en la Sapienza y en Sant´Agostino. Era muy devoto al estudio, sin embargo le costaba concentrarse en ellos porque su mente se absorbía en el amor de Dios, especialmente al contemplar el crucifijo. El comprendía que Jesús, fuente de toda la sabiduría de la filosofía y teología le llenaba el alma en el silencio de la oración. A los tres años de estudio, cuando el tesón y el éxito con que había trabajado abrían ante él una brillante carrera, Felipe abandonó súbitamente los estudios. Movido probablemente por una inspiración divina, vendió la mayor parte de sus libro y se consagró al apostolado. La vida religiosa del pueblo de Roma dejaba mucho que desear, graves abusos abundaban en la Iglesia; todo el mundo lo reconocía pero muy poco se hacía para remediarlo. En el Colegio cardenalicio gobernaban los Medici, de suerte que muchos cardenales se comportaban más bien como príncipes seculares que como eclesiásticos. El renacimiento de los estudios clásicos había sustituido los ideales cristianos por los paganos, con el consiguiente debilitamiento de la fe y el descenso del nivel moral. El clero había caído en la indiferencia, cuando no en la corrupción; la mayoría de los sacerdotes no celebraba la misa sino rara vez, dejaba arruinarse las iglesias y se desentendía del cuidado espiritual de los fieles. El pueblo, por ende, se había alejado de Dios. La obra de San Felipe habría de consistir en reevangelizar la ciudad de Roma y lo hizo con tal éxito, que un día se le llamaría "el Apóstol de Roma". Los comienzos fueron modestos. Felipe iba a la calle o al mercado y empezaba a conversar con las gentes. particularmente con los empleados de los bancos y las tiendas del barrio de Sant´Angelo. Corno era muy simpático y tenía un buen sentido del humor, no le costaba trabajo entablar conversación, en el curso de la cual dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del amor de Dios o del estado espiritual de sus interlocutores. Así fue logrando, poco a poco, que numerosas personas cambiasen de vida. El santo acostumbraba saludar a sus amigos con estas palabras: "Y bien, hermanos, ¿cuándo vamos a empezar a ser mejores?" Si éstos le preguntaban qué debían hacer para mejorar, el santo los llevaba consigo a cuidar a los enfermos de los hospitales y a visitar las siete iglesias, que era una de su devociones favoritas. Felipe consagraba el día entero al apostolado; pero al atardecer, se retiraba a la soledad para entrar en profunda oración y, con frecuencia, pasaba la noche en el pórtico de alguna iglesia, o en las catacumbas de San Sebastián, junto a la Vía Appia. Se hallaba ahí, precisamente, la víspera se Pentecostés de 1544, pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al suelo, corno derribado y exclamó con acento de dolor: ¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!" Cuando recuperó plenamente la conciencia, descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un puño; pero jamás-le causó dolor alguno. A partir de entonces, San Felipe experimentaba tales accesos de amor de Dios, que todo su cuerpo se estremecía. A menudo tenía que descubrirse el pecho para aliviar un poco el ardor que lo consumía; y rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no morir de gozo. Tan fuertes era las palpitaciones de su corazón que otros podían oirlas y sentir sus palpitaciones, especialmente años mas tarde, cuando como sacerdote, celebraba La Santa Misa, confesaba o predicaba. Había también un resplandor celestial que desde su corazón emanaba calor. Tras su muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló que tenía dos costillas rotas y que éstas se habían arqueado para dejar más sitio al corazón. San Felipe, habiendo recibido tanto, se entregaba plenamente a las obras corporales de misericordia. En 1548, con la ayuda del P. Persiano Rossa, su confesor, que vivía en San Girolamo della Carita y unos 15 laicos, San Felipe fundó la Cofradía de la Santísima Trinidad, conocida como la cofradía de los pobres, que se reunía para los ejercicios espirituales en la iglesia de San Salvatore in Campo. Dicha cofradía, que se encargaba de socorrer a los peregrinos necesitados, ayudó a San Felipe a difundir la devoción de las cuarenta horas (adoración Eucarística), durante las cuales solía dar breves reflexiones llenas de amor que conmovían a todos. Dios bendijo el trabajo de la cofradía y que pronto fundó el célebre hospital de Santa Trinita dei Pellegrini; en el año jubilar de 1575, los miembros de la cofradía atendieron ahí a 145,000 peregrinos y se encargaron, más tarde, de cuidar a los pobres durante la convalescencia. Así pues, a los treinta y cuatro años de edad, San Felipe había hecho ya grandes cosas. Sacerdote Su confesor estaba persuadido de que Felipe haría cosas todavía mayores si recibía la ordenación sacerdotal. Aunque el santo se resistía a ello, por humildad, acabó por seguir el consejo de su confesor. El 23 de mayo de 1551 recibió las órdenes sagradas. Tenía 36 años. Fue a vivir con el P. Rossa y otros sacerdotes a San Girolamo della Carita. A partir de ese momento, ejerció el apostolado sobre todo en el confesonario, en el que se sentaba desde la madrugada hasta mediodía, algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social. El santo tenía el poder de leer el pensamiento de sus penitentes y logró numerosas conversiones. Con paciencia analizaba cada pecado y con gran sabiduría prescribía el remedio. Con gentileza y gran compasión guiaba a los penitentes en el camino de la santidad. Enseñó a sus penitentes el valor de la mortificación y las prácticas ayudasen a crecer en humildad. Algunos recibían de penitencia mendigar por alimentos u otras prácticas de humillación. Uno de los beneficios de la guerra contra el ego es que abre la puerta a la oración. Decía: "Un hombre sin oración es un animal sin razón". Enseñaba la importancia de llenar la mente con pensamientos santos y pensaba que para lograrlo se debía hacer lectura espiritual, especialmente de los santos. Celebraba con gran devoción la misa diaria cosa que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba el éxtasis durante la misa y se le observó levitando en algunas ocasiones. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última misa del día, en la que había menos personas. Conversaciones espirituales Consideraba que era muy importante la formación. Para ayudar en el crecimiento espiritual, organizaba conversaciones espirituales en las que se oraba y se leían las vidas de los santos y misioneros. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas. Eran tantos los que asistían a las conversaciones espirituales que en la iglesia de San Girolamo se construyó una gran sala para las conferencias de San Felipe y varios sacerdotes empezaron a ayudarle en la obra. El pueblo los llamaba "los Oratorianos", porque tocaban la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Las reuniones fueron tomando estructura con oración mental, lectura del Evangelio, comentario, lectura de los santos, historia de la Iglesia y música. Músicos, incluso Giovanni Palestrina, asistieron y escribieron música para las reuniones. Los resultados fueron extraordinarios. Muchos miembros prominentes de la curia asistieron a lo que se llamaba "el oratorio". El ejemplo de la vida y muerte heroicas de San Francisco Javier movió a San Felipe a ofrecerse como voluntario para las misiones; quiso irse a la India y unos veinte compañeros del oratorio compartían la idea. En 1557 consultó con el Padre Agustín Ghettini, un santo monje cisterciense. Después de varios días de oración, el patrón especial del Padre Ghettini, San Juan Evangelista, se le apareció y le informó que la India de Felipe sería Roma. El santo se atuvo a su consejo poniendo en Roma toda su atención. Una de sus preocupaciones eran los carnavales en que, con el pretexto de "prepararse" para la cuaresma, se daban al libertinage. San Felipe propuso la santa diversión de visitar siete iglesias de la ciudad, una peregrinación de unas doce millas, orando, cantando y con un almuerzo al aire libre. San Felipe tuvo muchos éxitos pero también gran oposición. Uno de estos fue el cardenal Rosaro, vicario del Papa Pablo IV. El santo fue llamado ante el cardenal acusado de formar una secta. Se le prohibió confesar y tener mas reuniones o peregrinaciones. Su pronta y completa obediencia edificó a sus simpatizantes. El santo comprendía que era Dios quien le probaba y que la solución era la oración. El cardenal Rosario murió repentinamente. El santo no guardó ningún resentimiento hacia el cardenal ni permitía la menor crítica contra este. La Congregación del Oratorio (Los oratorianos) En 1564 el Papa Pío IV pidió a San Felipe que asumiera la responsabilidad por la Iglesia de San Giovanni de los Florentinos. Fueron entonces ordenados tres de sus propios discípulos quienes también fueron a San Juan. Vivían y oraban en comunidad, bajo la dirección de San Felipe. El santo redactó una regla muy sencilla para sus jóvenes discípulos, entre los cuales se contaba el futuro historiador Baronio. Con la bendición del Papa Gregorio XII, San Felipe y sus colaboradores adquirieron, en 1575, su propia Iglesia, Santa María de Vallicella. El Papa aprobó formalmente la Congregación del Oratorio. Era única en que los sacerdotes son seculares que viven en comunidad pero sin votos. Los miembros retenían sus propiedades pero debían contribuir en los gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar la Congregación para unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos. Es de notar que, aunque la congregación florecía a la sombra del Vaticano, no recibió el reconocimiento final de sus constituciones hasta 17 años después de la muerte de su fundador, en 1612. La Iglesia de Santa María in Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado pequeña. San Felipe fue además avisado en una visión que la Iglesia estaba a punto del derrumbe, siendo sostenida por la Virgen. El santo decidió demolerla y construir una más grande. Resultó que los obreros encontraron la viga principal estaba desconectada de todo apoyo. Bajo la dirección de San Felipe la excavación comenzó en el lugar donde una antigua fundación yacía escondida. Estas ruinas proveyeron la necesaria fundación para una porción de la nueva Iglesia y suficiente piedra para el resto de la base. En menos de dos años los padres se mudaron a la "Chiesa Nuova". El Papa, San Carlos Borromeo y otros distinguidos personajes de Roma contribuyeron a la obra con generosas limosnas. San Felipe tenía por amigos a varios cardenales y príncipes. Lo estimaban por su gran sentido del humor y su humildad, virtud que buscaba inculcar en sus discípulos. Aparición de la Virgen y curación Fue siempre de salud delicada. En cierta ocasión, la Santísima Virgen se le apareció y le curó de una enfermedad de la vesícula. El suceso aconteció así: el santo había casi perdido el conocimiento, cuando súbitamente se incorporó, abrió los brazos v exclamó: "¡Mi hermosa Señora! "Mi santa Señora!" El médico que le asistía le tomó por el brazo, pero San Felipe le dijo: "Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme". Después, cayó en la cuenta de que había varios testigos y escondió el rostro entre las sábanas, como un niño, pues no le gustaba que le tomasen por santo. Dones extraordinarios San Felipe tenía el don de curación, devolviéndole la salud a muchos enfermos. También, en diversas ocasiones, predijo el porvenir. Vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes éxtasis. Quienes lo vieron en éxtasis dieron testimonio de que su rostro brillaba con una luz celestial. Ultimos años Durante sus últimos años fueron muchos los cardenales que lo tenían como consejero. Sufrió varias enfermedades y dos años antes de morir logró renunciar a su cargo de superior, siendo sustituido por Baronio. Obtuvo permiso de celebrar diariamente la misa en el pequeño oratorio que estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente era arrebatado en éxtasis durante la misa, los asistentes acabaron por tomar la costumbre de retirarse al "Agnus Dei". El acólito hacía lo mismo. Después de apagar los cirios, encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San Felipe estaba celebrando todavía; dos horas después volvía el acólito, encendía de nuevo los cirios y la misa continuaba. El día de Corpus Christi, 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Confesó durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: "A fin de cuentas, hay que morir". Hacia medianoche sufrió un ataque tan agudo, que se convocó a la comunidad. Baronio, después de leer las oraciones de los agonizantes, le pidió que se despidiese de sus hijos y los bendijese. El santo, que ya no podía hablar, levantó la mano para dar la bendición y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera. San Felipe fue canonizado en 1622 El cuerpo incorrupto de San Felipe esta en la iglesia de Santa María en Vallicella, bajo un hermoso mosaico de su visión de la Virgen María de 1594. Es el santo patrono de las Fuerzas Especiales del Ejercito de los EE.UU.; de Roma, Italia; | |
viernes, 24 de mayo de 2013
MARÍA AUXILIADORA
Autor: . | Fuente: EWTN.com María Auxiliadora | |
Advocación Mariana, Mayo 24 | |
Advocación de la Santísima VirgenLos cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también"Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda". La batalla de Lepanto. En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS. El Papa y Napoleón. El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios. San Juan Bosco y María Auxiliadora. El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo. | |
domingo, 19 de mayo de 2013
Corazón abierto
Me ha encantado esta foto del Papa Francisco, la verdad es que no hay casi ninguna que no me guste. Este Pontificado está siendo muy mediático. Todos los días con fotos, comentarios, palabras, gestos, etcétera. Pero eso será tema de otra entrada, quizá algún día.
Hoy quiero contaros cómo viví la Vigilia de Pentecostés aquí en Madrid. Yo tenía que haber ido a Roma (bella, bella Roma) pero no ha podido ser. Decir que no me ha sentado mal, sería mentira. El ICCRS (Servicios de la Renovación Carismática Católica Internacional) organiza una celebración de Pentecostés en Roma y se suponía que yo tenía que ir a traducir, pero finalmente sólo necesitaban una traductora de español, y yo no he sido la elegida. Me hacía ilusión volver a Roma, y además estar con el Papa Francisco (aunque fuera de lejos). Pero, ¡otra vez será! Mi decepción, me llevó al enfado y a cerrar mi corazón, un instante, a lo que el Señor podía darme. En ese estado de ánimo, de decepción, anduve unos días, sintiéndome pobre y abandonada, no querida y todas esas "agradables" actitudes que adoptamos cuando cerramos el corazón. He de reconocer que la envidia, esa señora verde y orgullosa, me acompañó también. Finalmente recuperé la cordura y mi ánimo se aplacó, y decidí abrir el corazón a las sorpresas del Espíritu. Y así me encaminé ayer por la mañana al Retiro de Vigilia de Pentecostés con mis hermanos de la Renovación en Madrid. Podía haberme quedado en casa lamiéndome las heridas y sintiéndome la más desgraciada entre las desgraciadas, pero entonces me hubiera perdido el día maravilloso que el Señor tenía preparado para mí y para todos los que asistimos. Predicaba Juan Luis Rascón, párroco de San Antonio de la Florida, y la verdad es que me sorprendió muy agradablemente. Desde los Laudes se notó la presencia del Espíritu y las ganas que teníamos todos de "abrirnos en canal" para acogerlo. Disfruté mucho sirviendo en la música y animando la alabanza. Es siempre una gozada ver alabar al pueblo de Dios, y ayer alabamos con ganas y con gusto. El Padre Juan Luis nos situó en posición de salida para salir del Cenáculo y extender el fuego de Pentecostés 'hasta los confines de la tierra'; ligeros de equipaje, pero bien calzados para el largo camino por delante. El Señor estuvo muy presente todo el día. Tuvimos una Adoración por la mañana, animada por el Padre Chalo, y por la tarde una oración de intercesión con el Santísimo expuesto, llevada por el Padre Rubén. ¡Una auténtica pasada! Durante la Eucaristía muchos hermanos nuevos recibieron la Efusión del Espíritu y era emocionante ver sus caras, sus lágrimas, su sonrisa, su estupor. Todo fue sencillo, entrañable y muy ungido. Al final el equipo de servidores del Encuentro me sorprendió regalándome un centro de flores precioso, de los que decoraban el altar. Sentí como si el Señor mismo me las regalara. Después de mis días de corazón cerrado, en cuanto lo abrí un poquito, el Señor aprovechó para llenarme de sorpresas. Yo no necesito flores ni nada para estar agradecida al Señor por todo lo que me da, ni para que reconozcan un servicio que hago de mil amores, pero tengo que decir que se agradece mucho cuando, a través de los hermanos, el Señor nos da las gracias. Y sobre todo, cuando unos días antes nos hemos sentido tan poca cosa.
Por eso me gusta esta foto del Papa y el mensaje que tiene. El corazón cerrado sólo conduce a la desesperación y a la tristeza; a centrarnos en nosotros y a no ver más que nuestro pequeño universo. Ojalá pudiéramos todos vivir siempre con el corazón abierto.
viernes, 17 de mayo de 2013
SANTO DE HOY
Autor: . | Fuente: Corazones.org Pascual Bailón, Santo | |
Religioso Franciscano, Mayo 17 | |
Religioso FranciscanoDesde los 7 hasta los 24 años trabajó como pastor de ovejas. Tal era su amor a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecerle al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo. De vez en cuando se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos. Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Cayó de rodillas. Había visto a Jesús venir en aquel momento. Se le apareció el Señor en varias ocasiones en forma de viril o de estrella luminosa. Desde niño hacía duras penitencias, como andar descalzo por caminos pedregosos. Cuando alguna oveja pasaba al potrero del vecino, pagaba a este de su escaso salario por el pasto que la oveja se había comido. Entra con los Franciscanos. A los 24 años ingresó en el convento de los frailes menores (franciscanos) de Alvatera. Al principio no lo aceptaron por su poca instrucción. Apenas había aprendido a leer para rezar el pequeño oficio de la Santísima Virgen María que llevaba siempre mientras pastoreaba. Sus favoritas oraciones eran a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen. Los franciscanos le asignaron oficios humildes. Fue portero, cocinero, mandadero y barrendero. Su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística, de rodillas con los brazos en cruz. Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento. Continuaba su adoración tarde en la noche y por la madrugada estaba en la capilla antes que los demás. Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, lo inspiraba el Espíritu Santo. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar. Al llegar a un pueblo iba primero a la iglesia y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado. En una ocasión, un hermano religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante una imagen de la Sma. Virgen y le decía diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". El religioso pudo ver que el santo rebosaba de alegría. Pascual compuso bellas oraciones al Santísimo Sacramento. El Arzobispo San Luis de Rivera, al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes". Le enviaron a París a entregar una carta al general de la orden. En camino defendió la Eucaristía frente a las herejías de un predicador calvinista, por lo que casi lo mata una turba Hugonotes. El se alegró por haber tenido el honor de sufrir por su fidelidad al Señor y no se quejó. Aunque Pascual apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Tenía el don de ciencia infusa. Sus maestros se quedaban asombrados de la precisión con que respondía a las mas difíciles preguntas de teología. Le dedicaron este verso: De ciencia infusa dotado, "siendo lego sois Doctor, Profeta y Predicador, Teólogo consumado... " Se destacó por su humildad y amor a los pobres y afligidos. Era famoso por sus milagros y su don para llevar las almas a Cristo. Martín Crespo relató como el santo le había librado de su determinación de vengarse de los asesinos de su padre. Habiendo escuchado el viernes santo el sermón sobre la pasión, sus amigos le exhortaban a perdonar. El se mantenía inmovible. Entonces Pascual lo tomó del brazo, lo llevó a un lado y le dijo: "Mi hijo, ¿No acabas de ver la representación de la pasión de Nuestro Señor?". "Entonces -escribe Martín- con una mirada que penetró mi alma me dijo: "Por el amor de Jesús Crucificado, mi hijo, perdónalos". "Si, Padre", contesté, bajando mi cabeza y llorando. "Por el amor de Dios yo los perdono con todo mi corazón" Ya no me sentí la misma persona" Cuando estaba moribundo oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto en aquel preciso momento. Era el 15 de Mayo de 1592, el Domingo de Pentecostés. Villareal, España. Durante su misa tenían el ataúd descubierto y en el momento de la doble elevación, los presentes vieron que abrió y cerró por dos veces sus ojos. Su cuerpo aun después de muerto, manifestó su amor a la Eucaristía. Eran tantos los que querían despedirse de el que lo tuvieron expuesto por tres días. Hizo muchos milagros después de su muerte. Beatificado el 29 de Octubre de 1618 por el Papa Pablo V Canonizado el 16 de Octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII Declarado Patrono de los Congresos Eucarísticos y Asociaciones Eucarísticas por León XIII, es también patrono de los cocineros y del municipio de Obando (Filipinas). Querido San Pascual: consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa. Amén | |
martes, 14 de mayo de 2013
Ven, Espíritu Santo
“Oh Espíritu Santo, dame un corazón grande,
abierto a tu silenciosa y fuerte palabra inspiradora,
cerrado a todas las ambiciones mezquinas,
ajeno a cualquier despreciable competición humana,
compenetrado del sentido de la Santa Iglesia.
Un corazón grande,
deseoso de volverse semejante al Corazón del Señor Jesús.
Un corazón grande y fuerte para amar a todos,
para servir a todos,
para sufrir por todos.
Un corazón grande y fuerte para superar todas las probaciones,
todo tedio, todo cansancio, toda desilusión, toda ofensa.
Un corazón grande y fuerte, constante hasta el sacrificio cuando sea necesario.
Un corazón cuya felicidad sea palpitar con el Corazón de Cristo
y cumplir humilde, fiel y virilmente la voluntad del Padre.
Amén”.
(Papa Pablo VI)."
lunes, 13 de mayo de 2013
FÁTIMA
Autor: . | Fuente: Cristiandad.org Nuestra Señora de Fátima | |
Advocación Mariana, 13 de mayo | |
La Santísima Virgen María
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domingo, 12 de mayo de 2013
LA ASCENSIÓN
Jesús asciende al cielo, nosotros también con Él
La descripción del acontecimiento de la Ascensión viene de la mano de Lucas, el cual termina su Evangelio con este relato. El mismo Lucas comienza el libro de los Hechos de los Apóstoles con otro relato parecido que leemos hoy en la primera lectura de la Eucaristía. Sin embargo, quien medite ambos pasajes puede observar como el Evangelio de san Lucas narra la ascensión en la noche misma de la pascua; sin embargo en los Hechos de los Apóstoles deja marcado un período de cuarenta días entre la resurrección y la ascensión. Desde el punto de vista teológico no se puede diferenciar la ascensión de la resurrección. Es otra manera de hablar del paso de la muerte a la vida definitiva junto a Dios. El resucitado necesitaba confirmar a sus discípulos en la fe e instruirles con vistas a la futura misión. Es en lo que insiste el libro de los Hechos de los Apóstoles, destacar la importancia del resucitado en el origen de la Iglesia, dejando después paso al tiempo de la misión en el que Jesús continuará presente mediante la fuerza del Espíritu.
«La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo»2. Jesús vuelve al Padre pero de una forma nueva, no como había salido de Él. Se encarnó y siendo Dios asumió la condición de hombre, conoció todo menos el pecados. Pero ante todo, «la vuelta a la gloria del Padre pasa por la cruz, por la obediencia al designio divino de amor por la humanidad»3. Esta vuelta supone algo nuevo: «Él nos ha abierto el paso para llegar a Dios, y nos atrae hacia él, nos protege, nos guía e intercede por nosotros»4; o como dice la liturgia de este día: «No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino»5.
Jesús, exaltado a los cielos y hecho Señor de la historia, nos invita a ser y a hacer testigos hasta en los confines del mundo (cf. Hch 1, 8). Así lo hicieron los apóstoles con el mundo conocido hasta entonces: Santiago llegó hasta el Finisterre. Los apóstoles y la Iglesia son los testigos que nos han trasmitido la fe en Jesús resucitado y que nosotros proclamamos domingo tras domingo en la Eucaristía. La fuerza del Espíritu llega cada día a nuestra vida para ser testigos de Jesús, para comunicar a los demás lo que hemos visto y oído con nuestra fe. Y así, hoy en día, la Iglesia, como testigo de la fe en Jesucristo, prosigue su tarea de llevar a todos los rincones de la tierra, hasta los confines.
De la mano de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra hoy la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Esta jornada es uno de los frutos del Concilio Vaticano II «para que se vigorice el apostolado múltiple de la Iglesia en relación con los medios de comunicación social»6. Debemos estar concienciados en el recto uso de los medios, esencial para el desarrollo cultural, moral y espiritual de toda persona. La Iglesia tiene que ser consciente de los nuevos medio para continuar con la exhortación misionera recibida de Cristo. Por ello, este año, el, ahora, Papa emérito Benedicto XVI nos invita a reflexionar sobre las Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización7. En nuestra coyuntura se han encontrado yuxtapuestos la nueva evangelización y los nuevos medios en una conexión natural y comprensible. Por supuesto que el uso de estos nuevos medios ayuda mucho a nuestros esfuerzos de comunicar y dar a conocer la Buena Nueva.
Los fieles cristianos pueden compartir por medio de las redes sociales sus experiencias en la fe. «En las redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando comparten la fuente profunda de su esperanza y de su alegría: la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado en Jesucristo. Este compartir consiste no solo en la expresión explícita de la fe, sino también en el testimonio»8. No podemos tener miedo de entrar en las redes sociales. En el Año de la fe, esta jornada nos invita a poner de manifiesto nuestra autenticidad de creyentes, compartiendo la fuente profunda de nuestra esperanza y nuestra alegría9. Porque nunca podemos olvidar nuestro compromiso cristiano recibido por el bautismo que no es otro sino el de «caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado»10.
Jesucristo nos precede en el reino glorioso del Padre para que nosotros vivamos en la esperanza de estar un día con Él eternamente. Con esta certeza oremos a nuestro Padre Misericordioso, para que seamos fieles a su Hijo Jesucristo, Luz del mundo y Príncipe de la paz, y que estando sentado a su derecha sigue intercediendo por nosotros y recordándonos que no estamos solos. Ojalá todos podamos ser «mensajeros y testigos del Evangelio»11. Así sea.
Domingo 12 de mayo de 2013, Solemnidad de la Ascensión
______________________
1 Misal Romano, Plegaria Eucarística I o Canon Romano.2 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 662.
3 Papa FRANCISCO, Audiencia general, 17 de mayo de 2013.
4 Papa FRANCISCO, Audiencia general, 17 de mayo de 2013.
5 Misal Romano, Prefacio I de la Ascensión del Señor.
6 CONCILIO VATICANO II, Decreto Inter mirifica sobre los medios de comunicación, n. 18.
7 Cf. BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2013 (24 de enero de 2013). En las citas sucesivas aparece como “Mensaje JMCS 2013”.
8 Mensaje JMCS 2013.
9 Cf. Mensaje JMCS 2013.
10 Papa FRANCISCO, Homilía en la Misa pro Ecclesiae (14 de marzo de 2013).
11 Mensaje JMCS 2013.
Fuente: Iglesia Actualidad
lunes, 6 de mayo de 2013
Santo del día
Autor: P. Alejandro Pujalski S.D.B. Domingo Savio, Santo | |||
Adolescente Santo, Mayo 6 | |||
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viernes, 3 de mayo de 2013
MÉTODO REVOLUCIONARIO
No tiene desperdicio. Yo, desde luego, me apunto a este método sencillo y eficaz. ¿Y vosotros?
jueves, 2 de mayo de 2013
Un antes y un después
Cuántas veces hablamos del "antes" y el "después". Desde que llegué a la Renovación, es un tema recurrente. Creo que cada uno de nosotros, a lo largo del camino con el Señor, lo hemos debido de escuchar cientos de veces. Pero, ¿cuántas veces podemos decir que lo hemos vivido? Que verdaderamente se ha producido ese cambio notable en nuestra vida. Que hemos sido plenamente conscientes de ello, y que no se ha quedado simplemente en palabras bonitas lanzadas al viento.
Esta Pascua para mí ha sido un momento muy especial. Yo no tenía ni idea de donde la iba a celebrar, pero andaba con mi nube gris en la cabeza, y aunque intentaba quitarle importancia, estaba triste y me encontraba algo "abandonada". Pero, el Señor tenía planes que, por supuesto, yo desconocía. He podido disfrutar como hacía años, y he vuelto completamente renovada. Ya han pasado cinco semanas, casi seis, de Pascua y me siento con una energía, con unas ganas de vivir, con una alegría interior, como hacía mucho tiempo no sentía. Mi situación es la misma pero mi manera de mirarla es completamente distinta. En esos días de Pascua se produjo el milagro. ¡Verdaderamente resucité!
Supongo que saberme invitada a vivir la Pascua con mis hermanos de la Reno, contribuyó a que comenzara a sentirme mejor. Pero eso no era todo. Tenía que descender a mis infiernos, a través de las llagas de Cristo, de mis propias llagas, y allí dejar al Señor actuar. De eso trataba la charla que Chus (Padre Chus Villarroel) nos dio en la mañana del Viernes Santo. Yo hacía tiempo que no oía hablar a Chus así. A "tumba abierta". Allí comenzó mi proceso de cambio. De dejarme llevar y guiar por el Señor, hasta penetrar en lo más hondo y de allí subir hasta tocar el Cielo.
En estas semanas me he ido dando cuenta de que puedo mirar las cosas con distancia. A no entrar como elefante en cacharrería; a no embestir y entrar al trapo, por cada cosa que sucede a mi alrededor. Le doy infinitas gracias al Señor por todo ello. Seguiré teniendo mis dudas, sintiéndome mal de vez en cuando, pero nadie podrá arrebatarme esta sensación de liberación que siento desde la Pascua. Esta infinita alegría interior que sólo el Señor puede proporcionar.
Esta Pascua para mí ha sido un momento muy especial. Yo no tenía ni idea de donde la iba a celebrar, pero andaba con mi nube gris en la cabeza, y aunque intentaba quitarle importancia, estaba triste y me encontraba algo "abandonada". Pero, el Señor tenía planes que, por supuesto, yo desconocía. He podido disfrutar como hacía años, y he vuelto completamente renovada. Ya han pasado cinco semanas, casi seis, de Pascua y me siento con una energía, con unas ganas de vivir, con una alegría interior, como hacía mucho tiempo no sentía. Mi situación es la misma pero mi manera de mirarla es completamente distinta. En esos días de Pascua se produjo el milagro. ¡Verdaderamente resucité!
Supongo que saberme invitada a vivir la Pascua con mis hermanos de la Reno, contribuyó a que comenzara a sentirme mejor. Pero eso no era todo. Tenía que descender a mis infiernos, a través de las llagas de Cristo, de mis propias llagas, y allí dejar al Señor actuar. De eso trataba la charla que Chus (Padre Chus Villarroel) nos dio en la mañana del Viernes Santo. Yo hacía tiempo que no oía hablar a Chus así. A "tumba abierta". Allí comenzó mi proceso de cambio. De dejarme llevar y guiar por el Señor, hasta penetrar en lo más hondo y de allí subir hasta tocar el Cielo.
En estas semanas me he ido dando cuenta de que puedo mirar las cosas con distancia. A no entrar como elefante en cacharrería; a no embestir y entrar al trapo, por cada cosa que sucede a mi alrededor. Le doy infinitas gracias al Señor por todo ello. Seguiré teniendo mis dudas, sintiéndome mal de vez en cuando, pero nadie podrá arrebatarme esta sensación de liberación que siento desde la Pascua. Esta infinita alegría interior que sólo el Señor puede proporcionar.
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