martes, 6 de agosto de 2013

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ!

¡Qué bien se está aquí! Cuántas veces lo habré dicho a lo largo de mi vida. No podemos evitar querer prolongar los momentos buenos. Es lógico. Cuando encontramos ese Tabor en nuestra vida, no queremos bajar de él.
A mí me suele pasar en cada Retiro, Encuentro, Asamblea, etc. ¡Es tan bonito pregustar el Cielo! ¡Qué difícil se hace el descenso!
Hace un mes nos íbamos para Loyola, para el Retiro con Sor Briege y el Padre Kevin. Fueron días preciosos, intensos, en algunos momentos, duros, y cuando pasaron me sentí vacía. Feliz porque todo salíó bien, pero vacía.
Estar tan cerca del Señor. Verle en toda Su gloria, manifestada en Sus sacerdotes, es algo difícil de olvidar. Además saber lo que me esperaba a la vuelta, no ayudaba precisamente a hacerme desear que todo se acabara.
Me doy cuenta de que sin esos momentos de Tabor, mi vida, nuestras vidas, serían más difíciles de llevar. Es bueno, muy bueno, tener momentos fuertes en los que que el Señor brille en toda Su Majestad.
Por eso le doy muchas gracias a Dios por regalarme  esos "ratitos" de Cielo junto a Él.

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