miércoles, 1 de julio de 2009

Da que pensar

En estos días asistimos a un auténtico circo mediático en torno a varios personajes. Unos por pegarles patadas a un balón de una manera más o menos artística y otro por haberse muerto, desde luego de una manera muy poco artística. Lo más triste es que otros se nos olvidan entre tanto ruido y algarabía. Ha habido alguien que ha muerto, poco antes que el otro, y que no ha causado más que unos pocos comentarios, si lo comparamos con el anterior. Lo malo es eso, tener que compararlos. Uno hizo de su vida un circo. El otro dedicó su vida a cumplir 1Co, 13, es decir a amar. Uno vivió de espaldas a toda realidad, dedicándose a intentar ser lo que no era o al menos daba esa impresión. Otro decidió sumergirse a tope en la realidad de los que menos poseen y mejorar sus condiciones de vida. Uno vivió para sí mismo, otro murió a sí mismo para vivir para los demás. En fin, no hay comparación posible. Pues da mucho que pensar que ante la realidad de la vida de los dos, el mundo se incline ante el primero como si fuera un dios, y haga caso omiso del segundo. Uno se llamaba Michael Jackson, el otro Vicente Ferrer.
Da mucho que pensar que tanta gente que está haciendo verdaderamente cosas por los demás no tengan más que pequeñas referencias de vez en cuando, y todos estos personajes que no hacen nada por nadie, más que para sí mismos, ocupen tanto espacio en los distintos medios de comunicación. Seré muy radical, pero ojalá hubiera muchas más personas como Vicente Ferrer en el mundo. Nos iría mucho mejor a todos.

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