domingo, 15 de noviembre de 2009

Bendita rutina

Los fines de semana tengo la rutina de escuchar un programa "mañanero" en RNE. Se llama "No es un día cualquiera". Me gusta porque es muy variado y los colaboradores son estupendos. Hoy en la tertulia hablaban de la rutina. La rutina como monotonía, como necesaria, como sinónimo de aburrimiento, la rutina como cotidianeidad, etc.. Me he ido a Misa pensando en ello y me he dado cuenta de que no habían mencionado la bendición que supone tener rutina. Solemos caer en la queja sobre la rutina, pensando que es un rollo levantarse, ir a trabajar, volver a casa y así todos los días. Y ¿qué haríamos si no tuviéramos esa bendita rutina? ¿Si nuestra rutina fuera la de no tener cama de la que levantarnos, trabajo al que ir, comida que llevarnos a la boca, casa a la que volver? ¿Qué diríamos entonces? Creo que se nos olvida con cierta, por no decir, con mucha frecuencia pararnos y dar gracias por nuestra bendita rutina.
Gracias, Señor, por cada día de la semana en el que puedo con mi coche, dirigirme a un trabajo, levantándome de una cama calentita y habiéndome tomado un buen desayuno. Gracias por cada minuto rutinario de mi vida. Tú te manifiestas en cada uno de esos momentos, bendiciendo cada instante. Enséñame a bendecir como Tú lo haces. No me dejes caer en la rutina de la maledicencia, la envidia, la queja permanente, el desagradecimiento, el rencor, la tristeza, el temor, etc.. Y si caigo en ello, pon pronto la bendición y la alabanza en mis labios y en mi corazón.

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