martes, 11 de mayo de 2010

Palabras en el silencio

Hay veces que el silencio habla más que mil palabras. Silencio preñado de cosas sin expresar. Hay un silencio necesario y un silencio que provoca miedo. Silencio cargado de reproches, de cobardía. Silencio que no quiere molestar pero que acaba hiriendo más que los insultos proferidos a voces. El silencio puede ser bueno, pero puede ser muy malo. El silencio cómplice de los que han hablado tanto que ya no necesitan decirse nada para saber exactamente lo que quiere el otro. Ése es bueno. El silencio cortante como filo de navaja, de los que no saben qué decirse. Ése es malo. Cuando convives mucho tiempo con alguien en silencio, te vuelves algo silenciosa (silencioso). Por cobardía, por comodidad, callas muchas cosas que llevas dentro, y que en muchos casos se te acaban pudriendo. El que calla otorga, se suele decir. Pero ¿qué otorga? Licencia para ser infeliz, para permitir que le ninguneen, para ser menos que invisible. Eso es algo malo, muy malo.
El silencio ante Dios, es algo distinto. Él no deja de hablarte cuando tú haces silencio. Y eso es mucho más que bueno.

1 comentario:

Mari Angeles dijo...

Lourdes, callar y aguantar sólo acaba produciendo resentimiento. Es algo que tengo tan claro que cuando conozco a alguien le pido que tenga conmigo las deudas al día para que no se emponzoñen. Por eso cuando alguien ha callado algo y me lo acaba echando en cara al cabo de mucho tiempo es como si me clavaran puñales en el alma. Que Dios nos de la fortaleza para no guardar silencios improductivos y nos enseñe a decir las cosas que no nos gustan con misericordia. Un abrazo.