sábado, 8 de enero de 2011

¿Fin de fiesta?

Desde que empezó el año he querido escribir, pero me sentaba delante del ordenador y no me salía nada. Y os aseguro que tengo cosas que contar. Pasar de un año a otro me deja la misma sensación que el día después del cumpleaños, no ha sucedido nada especial. No notas ningún cambio sorprendente de un día para otro. Pero la vida sigue su curso y van sucediendo cosas. El día 3 recibí una noticia que me produjo mucha tristeza. Tuve que traducir la noticia del repentino fallecimiento de alguien a quien apreciaba mucho, el obispo Joe Grech. Desde hace unos 10 años que conozco al obispo y era una persona llena de vitalidad, alegría, misericordia, bondad, y todas esas características que uno espera en los pastores de nuestra Iglesia. No era mayor, sólo tenía 62 años, pero su salud era frágil. Algunos le habéis conocido y sabéis de lo que hablo. Ese día estuve triste, pero ahora estoy muy feliz porque sé que tenemos un intercesor más en el cielo. ¡Descanse en paz!
El día 4 quería escribir, como lo suelo hacer, porque mi hija, Cecilia, cumplió 28 años. Y como sólo tengo una hija, pues es un día más que especial para mí. Como decía Mafalda a su madre, "nos licenciamos el mismo día"; ella como hija y yo como madre. ¿Qué puedo decir sobre ella? Simplemente que es mi hija y la quiero.
El día de Reyes me suele dejar un sabor agridulce. Al igual que la noche del 5 es la de la ilusión, la mañana del 6 puede ser la de la desilusión. Ese coche que no llega, esa muñeca que los Reyes parecen haber olvidado, etc.. O, cuando crecemos, perdemos la capacidad de soñar como niños y nos llenamos de melancolía. Además, es el fin de fiesta. Al día siguiente empezarán las rebajas (aunque cada vez se adelantan más) y todo volverá a la rutina. O al menos eso nos venden todos los años. Y la pena es que la mayoría de las personas viven así. Se acaban los buenos deseos de paz, felicidad y sensiblería generalizada. Empiezan a rebajarse todos los sentimientos y se pasa a la lucha feroz y encarnizada del mundo.
Pero, gracias a Dios, los que hemos descubierto que se puede vivir la Navidad cada día del año, sin calendario, no tenemos rebajas en nuestra relación con el Señor y con los demás. Cada día es un regalo nuevo que el Señor nos hace, y aunque los hay más grises que otros, la realidad es que el Señor nos cuida en todo momento. Esa es nuestra esperanza y también nuestra realidad. Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? La vida sigue su curso, el año irá avanzando, y tendremos sorpresas, agradables y desagradables, noticias buenas y malas, y todas esas cosas que conlleva el estar vivos; disfrutemos de todo ello y demos muchas gracias al Señor a tiempo y a destiempo porque para nosotros la fiesta no acaba nunca. ¡Gloria a Dios!

1 comentario:

Encarna dijo...

Así es Lou, la fiesta no acaba,lo mejor está por venir.Esta tarde los cascajosssss.Un besazo