miércoles, 29 de febrero de 2012

Buena noticia

Llevo mucho tiempo sin escribir pero os aseguro que no ha sido por falta de ganas. La verdad es que nunca parecía encontrar el momento para hacerlo. Pero, como dice el dicho, "más vale tarde que nunca". Y aquí estoy intentando ordenar mis pensamientos para contaros lo vivido en este mes de febrero que hoy concluye. Por cierto, me encanta hacerlo en un 29 de febrero. Me gustan los años bisiestos, quizá sea por poder tener un día más de vida (al menos cada 4 años).
Tuve unos días difíciles en los que me encontré planteándome los eternos "Y si...". Es decir, y si en vez de esto hubiera hecho aquello. Fueron días de algo de desaliento en los que casi caigo en la tentación de arrepentirme de cada paso del camino emprendido. Pero, gracias a Dios, no tiré la toalla. Al final, el Señor me reveló al corazón que todo está bien como está, y que esa es parte de nuestra condición humana. Si hubiera hecho en su momento cualquier otra cosa, en algún momento estaría pensando "Y si hubiera hecho lo otro". En definitiva, que hay que seguir "tirando palante" con la mirada puesta en lo alto, y no en nuestro ombligo.Os aseguro que a veces es difícil, sobre todo cuando implica haber renunciado a muchas cosas. Pero como dice San Pablo en la Carta a los Romanos (8, 28): "Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio". Por lo tanto, ¡fuera miedos y dudas!
He estado en dos retiros este mes. Los dos en la misma casa en Pozuelo (Madrid). La casa se llama "Emaús" y la llevan los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. El fin de semana del 11 y 12, coincidiendo con mi Santo (¡gracias, Mamá María!), nos reunimos los que formamos el llamado grupo "Pozuelo". En definitiva no somos más que servidores de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu de toda España que nos reunimos todos los meses de febrero para discernir cosas como dónde vamos a celebrar el Encuentro Nacional, cuál va a ser el lema, quién va a predicar, etc. Además ponemos en común posibles proyectos para seguir caminando siempre bajo la acción del Espíritu y mantener viva la llama de esta preciosa corriente de gracia que es la Renovación Carismática. A veces tenemos nuestras disensiones, pero eso es algo que viene incluido en donde los hombres ponemos nuestra mano. La verdad es que suelo salir agotada, algo triste y a la vez esperanzada, de estos encuentros. Gracias a Dios, y vuelvo a referirme a la cita anterior de San Pablo, Dios actúa para bien hasta en los momentos malos.
El segundo retiro ha sido el fin de semana pasado. Y ahí está la buena noticia que da título a esta entrada. Ha sido un retiro de intercesión y sanación. Nos hemos reunido más de 100 hermanos de toda España y ha sido un momento de auténtico "kayrós". (Ya sabéis: kayrós es una palabra griega que refleja el momento oportuno y atemporal. En definitiva, un momento milagroso y de iluminación). Nos ha acompañado, guiándonos con su palabra y acción, D. Fulvio di Fulvio, un sacerdote italiano que conocimos en Asís el año pasado en Pentecostés. D. Fulvio es un hombre bajito, gordito, calvo, con gafas, y lleno de fuerza y misericordia de Dios. Un hombre lleno de ternura y compasión, y con mucha experiencia en este campo de la intercesión, y de la sanación de las heridas (físicas y psicológicas) que sufrimos todos los seres humanos en un momento u otro. Como también dice San Pablo en Romanos 5, 26 "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia", y eso no admite discusión. Yo he tenido que traducirle del italiano al español, y la verdad es que me ha costado. Al fin y al cabo, lo mío es sobre todo el inglés y he tenido que sudar más de lo acostumbrado. Pero, gracias a Dios, tenía el apoyo del Padre Lázaro Iparraguirre que me ha sacado de más de un apuro con la lengua de Dante. Le doy gracias a Dios porque también es bueno recibir una cura de humildad de cuando en cuando. D. Fulvio venía acompañado de dos hermanas de su comunidad, Sor Elda y Sor Alda. Sor Alda va en silla de ruedas y desde hace más de 40 años está afligida por toda clase de enfermedades. Y allí está, con una fuerza sobrehumana, rezando por la sanación de los demás con una sonrisa permanente en sus labios. Ni un momento de queja o desaliento. ¡Todo un ejemplo! La otra hermana, más joven, es como su ángel de la guarda, siempre cuidándola en silencio.
Y ahora, la buena noticia para todos: ¡ESTAMOS SALVADOS POR LA SANGRE DE JESÚS DERRAMADA EN LA CRUZ! Sí, ya salvados. Y, como decía una y otra vez D. Fulvio, esto no admite discusión alguna. ¡Punto pelota! Y si todavía hay alguien que lo dude, que agarre una Biblia y lea: Mt 26, 28; 1Pe, 18-19; Rm 3, 25-26; 1Co 10, 16; Hb 10, 19-22. Allí vemos que, en esa sangre de Jesús, Dios ha establecido con nosotros una Alianza Eterna de Amor, ha pagado el precio de nuestro rescate, nos ha justificado de nuestros pecados, nos introduce en la comunión con Jesús y nos ha dado libre acceso al trono de Su Gracia. Y ante esto ¿qué diremos? Más bien, ¿qué haremos? No podemos más que abrazar esta verdad sin discusión y prorrumpir en una constante alabanza y acción de gracias. ¿Qué somos pecadores? ¡SÍ! ¿Qué caemos una y otra vez? ¡¡SÍ!! Todo eso es verdad, pero más verdad aún es que Él ha actuado, actúa y actuará en nuestro rescate siempre. ¡GLORIA A DIOS!

1 comentario:

Gonzalo Sanz dijo...

¿Tendremos que esperar a un nuevo bisiesto?.
Da gusto leerte. Se nota que el Señor te mima, te quiere, nos quiere.