domingo, 17 de junio de 2012

Silencio. Memoria. Vacío.

Esas tres palabras resumen lo vivido este fin de semana. He estado de retiro en Caleruega, donde nació Domingo de Guzmán (Santo Domingo), con el grupo de Santa María del Buen Humor. Hemos estado pocos, 17 en total, pero no importa la cantidad sino la calidad. Y puedo asegurar que la calidad de las personas reunidas era muy alta.
El viaje a Caleruega fue de lo más agradable. Llegamos como a las 12 y pudimos disfrutar de un rato de oración antes de la enseñanza de Pilar del Barrio. Tomando como referencia la palabra del Evangelio de San Marcos 7, 31-37, que es la curación de un tartamudo sordo, Pilar nos llevó por el camino del silencio. Como hizo con esta persona sorda y tartamuda, Jesús nos tiene que apartar de la gente, y no hace capaces de escuchar, así podremos evangelizar. La palabra se hace carne en el silencio de la noche. Para que Dios hable nosotros tenemos que callar. En Canarias se utiliza una palabra, "aguarecer", entre otras cosas para hablar del embarazo. Es guardar en el interior, es cuidar, abrigar, proteger. Hay que aguarecer la Palabra hasta que se hace criatura nueva. Esto se da en el silencio. No hay que hacer nada, sólo adentrarnos en el silencio para dejarnos conducir; nos aparta, y nos devuelve la capacidad de escuchar. El desierto es el lugar del silencio. Para poder escuchar tengo que, literalmente, "desconectarme". Dejar atrás todos nuestros ruidos. La dificultad de oír acompaña a la dificultad de hablar. Para escuchar al Señor, hay que dejar de lado todo. Para conocerle dejar de lado todo conocimiento que pueda tener de Él. Proceso de hacer silencio en nuestro interior. En esta era de la comunicación llenamos de ruido nuestro entorno. Quizá es que en la era de la comunicación es cuando estamos más incomunicados. La frase sería: "¿Por qué no te callas?" Dejar hablar a Dios, que puede responder en el silencio. Dejarnos invadir por el silencio. Acallar el ruido. Pilar nos invitó a guardar una hora de silencio, para entrar en la escucha de Dios. Cada uno nos fuimos a pasear, o al jardín, o a la habitación, o a la capilla, o donde fuera, para adentrarnos en el silencio de nuestro interior. Yo me fui por el jardín de la casa, donde está la Torre de los Guzmanes, y luego paseé por el pueblo.
Después de comer, la verdad es que bastante bien, y de tomarnos un café, siesta, etc..., volvimos para un rato de alabanza y otra enseñanza.  Durante la alabanza se proclamó el salmo 63 (62), que siempre me ha encantado. Es uno de los más conocidos porque se lee en los laudes de los primeros domingos y de casi todas las principales celebraciones. "Oh, Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma tiene sed de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua... Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote, etc..." Me encanta la parte que habla de refugiarse a la sombra de las alas del Señor. Siempre he pensado en los polluelos, bajo las alas de su mamá. Me hace pensar en ese Dios tierno, padre y madre a la vez, que nos ama con locura, y que sólo quiere protegernos, cuidarnos.
Pilar escogió la palabra de la parábola del sembrador en el Evangelio de San Marcos. El sentido de la parábola es claro. Él es el sembrador y Él es a su vez la Palabra. Siembra la Palabra con generosidad. Palabra que contiene en sí misma un germen de vida. Para el grupo del Buen Humor ha sido un año cargado de palabra. El Señor ha sido generoso con nosotros. Y ¿qué ha pasado? ¿dónde ha quedado? ¿Qué palabra ha sembrado el Señor en mi corazón a lo largo del año? Pilar nos invitaba a hacer memoria de las palabras que nos habían marcado este año. Durante una hora que nos fuéramos de nuevo donde quisiéramos a rememorar lo que nos había ido diciendo el Señor y que nos había marcado en este año. No se trataba de hacer un resumen de todo lo vivido en el grupo, sino de traer a la memoria esa palabra o palabras en particular que por lo que fuera tenían una relevancia especial en nuestra vida.
Después de meditar y de pasear y de hacer memoria, nos volvimos a reunir para compartir. Fue un momento muy "jugoso", lleno de presencia del Señor. Se pasó volando, y cuando quisimos darnos cuenta ya era la hora de cenar. Y así, terminamos el día. Luego salimos un rato a tomar algo y a disfrutar de estar juntos. Como dice Vicente Borragán, hay que tener tiempo para la oración y para el "chocolate".
Esta mañana me han despertado los pájaros y las campanas, dos sonidos que me encantan. Después de desayunar hemos tenido un momento de alabanza fuerte, gozosa. La enseñanza de hoy nos la ha dado Mamen Sánchez, que se incorporó al grupo por la tarde del sábado. Nos ha hablado del vacío. El vacío personal y el vacío comunitario. Quitarnos de encima tantas cosas inútiles, como cuando nos mudamos de casa. Despojarse de lo que sobra. Así podremos llegar al silencio y a la escucha. Jesús nació pobre, vivió pobre y murió pobre. Sólo tenía un tesoro, el Padre. Y su empeño era que  conociendo al Padre todos fueran felices en Él. La palabra es "Permaneced en mi amor". No nos podemos quedar en lo que hemos perdido, en lo que ha desaparecido. Dios va a volver a ocupar su lugar. La crisis es una oportunidad. Lo que queda de cada uno de nosotros es lo que llevamos dentro. Vaciémonos de todo menos de ese amor de Dios, de esa fe, de esa esperanza. Mirar y examinar cómo hizo Jesús las cosas. Hay que permanecer donde Dios nos ha puesto, pase lo que pase. Todos estamos llamados a ser contemplativos.
Hemos terminado con una Eucaristía preciosa en una capillita que está en la segunda planta. Después hemos comido y nos hemos vuelto para casa. A las cinco ya estábamos en Madrid. Aunque sólo hemos estado un día fuera, lo bueno de estas pausas en el Señor es que extienden el tiempo hasta que parece que has estado varios días desconectado. ¡Pura gozada! Y de eso se trataba, de apartarse, de retirarse, de desconectar y de llenarse de lo único que realmente nos puede dar vida. Y además en buena compañía, en verdadera fraternidad. ¿Qué más se puede pedir?  

1 comentario:

Gonzalo Sanz dijo...

También tuve la dicha de acompañar a mis hermanos. Fue un gozada.
Gracias por dejar constancia escrita de lo que llevamos del Retiro en nuestros corazones.