Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net Juan Bosco, Santo | |
Presbítero y Fundador, 31 de enero | |
Presbítero y Fundador
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jueves, 31 de enero de 2013
DON BOSCO
lunes, 28 de enero de 2013
SANTO DEL DÍA
Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net Tomás de Aquino, Santo | |
Memoria litúrgica, 28 de enero | |
Presbítero y Doctor de la IglesiaFecha de canonización: 18 de julio de 1323 por el Papa Juan XXII ![]() A los 18 años, contra la voluntad del padre y hasta perseguido por los hermanos que querían secuestrarlo, ingresó en la Orden de Predicadores, y completó su formación en Colonia donde tuvo por Maestro a San Alberto Magno, y después en París. Mientras estudiaba en esta ciudad se convirtió de estudiante en profesor de filosofía y teología. Después enseñó en Orvieto, Roma y Nápoles. Suave y silencioso (en París lo apodaron "el buey mudo"), gordo, contemplativo y devoto, respetuoso de todos y por todos amado, Tomás era ante todo un intelectual. Continuamente dedicado a los estudios hasta el punto de perder fácilmente la noción del tiempo y del lugar: durante una travesía por el mar, ni siquiera se dio cuenta de la terrible borrasca y el fuerte movimiento de la nave por el choque de las olas, tan embebido estaba en la lectura. Pero no eran lecturas estériles ni fin en sí mismas. Su lema, "contemplata aliis tradere", o sea, hacer partícipes a los demás de lo que él reflexionaba, se convirtió en una mole de libros que es algo prodigioso, más si se tiene en cuenta que murió a los 48 años. En efecto, murió en la madrugada del 7 de marzo de 1274, en el monasterio cisterciense de Fossanova, mientras se dirigía al concilio de Lyon, convocado por el B. Gregorio X. Su obra más famosa es la Summa theologiae, de estilo sencillo y preciso, de una claridad cristiana, con una capacidad extraordinaria de síntesis. Cuando Juan XXII lo canonizó, en 1323, y algunos objetaban que Tomás no había realizado grandes prodigios ni en vida ni después de muerto, el Papa contestó con una famosa frase: "Cuantas proposiciones teológicas escribió, tantos milagros realizó". El primado de la inteligencia, la clave de toda la obra teológica y filosófica del Doctor Angélico (como se lo llamó después del siglo XV), no era un intelectualismo abstracto, fin en sí mismo. La inteligencia estaba condicionada por el amor y condicionaba al amor. "Luz intelectual llena de amor - amor de lo verdadero pleno de alegría" -cantó Dante, que tradujo en poesía el concepto tomístico de inteligencia - bienaventuranza. El pensamiento de Santo Tomás ha sido durante siglos la base de los estudios filosóficos y teológicos de los seminaristas, y gracias a León XIII y a Jacques Maritain ha vuelto a florecer en nuestros tiempos. Y tal vez particularmente actuales, más que las grandes Summae, son precisamente los Opúsculos teológico -pastorales y los Opúsculos espirituales. Oración de San Tomás de Aquino Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra. Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma. Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento ¡Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros. ¡Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Consulta también Santo Tomás, Santo y sabio, o sabio y santo de Jesús Martí Ballester |
viernes, 25 de enero de 2013
Conversión de San Pablo
Autor: Ariel Álvarez Valdes
El autor propone un camino para encontrarnos, una vez más, con san Pablo, el fariseo devenido apóstol, en quien tantos cristianos han sabido leer su propia vida de compromiso y acción pastoral.
La caída sin caballo
La conversión más famosa de la historia es, sin duda, la de san Pablo. Cómo fueron los detalles de aquél hecho lo sabemos gracias a san Lucas, que lo inmortalizó en un conmovedor relato conservado en Los Hechos de los Apóstoles.
Cuenta este libro que Pablo era un joven y fogoso judío, llamado entonces Saúl, y que observaba con preocupación cómo se expandía en Jerusalén el cristianismo, que él consideraba una secta peligrosa. Resolvió, por lo tanto, combatirlo y no descansar hasta aniquilarlo por completo.
Cierto día decidió viajar a Damasco con una autorización especial para encarcelar a todos los cristianos que encontrara en esa ciudad. Damasco distaba unos 230 kilómetros de Jerusalén y era una de las ciudades más antiguas del mundo, en la que habitaba una importante comunidad cristiana. El viaje debió de haberle llevado a Pablo y a sus compañeros alrededor de una semana.
De pronto, y casi ya en las puertas de la ciudad, una poderosa luz lo envolvió y lo tiró por tierra. (Conviene aquí recordar que los viajes en esa época se hacían a pie, por lo que la famosa imagen de Pablo cayendo "del caballo" que tanto hemos visto en cuadros y pinturas, no corresponde a la realidad). Entonces oyó una voz que le decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?". Pablo respondió: "¿Quién eres, Señor?" La voz le contestó: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad. Allí se te indicará lo que tienes que hacer".
Luz para el ciego
Pablo se levantó, y comprobó que no veía nada. Entonces con la ayuda de sus compañeros pudo ingresar en la ciudad. Así, aquél que había querido entrar en Damasco hecho una furia, arrasando y acabando con cuantos cristianos encontrara, debió entrar llevado de la mano, ciego e impotente como un niño.
En Damasco se alojó en la casa de un tal Judas, y permaneció allí tres días ciego, sin comer ni beber, hasta que se presentó en la casa un hombre llamado Ananías y le dijo: "Saúl, hermano, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Entonces le impuso las manos, y al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista.
A partir de ese momento Pablo fue otra persona. Un cambio impresionante sucedió en él. Ananías lo bautizó, le explicó quién era Jesús, lo introdujo en la comunidad local, lo instruyó en la doctrina cristiana y lo mandó a predicar el Evangelio. De este modo Pablo conoció el cristianismo, y llegó a ser miembro de la Iglesia a la que en un principio combatía.
Sin contar las intimidades
Ahora bien, resulta curioso que este relato tan detallado del libro de los Hechos no coincida con la versión que el propio Pablo da en sus cartas.
En primer lugar, en ningún escrito suyo Pablo cuenta a nadie lo que experimentó aquél día camino a Damasco. Ni siquiera a los Gálatas, los cuales habían puesto en duda su apostolado, y para los que hubiera sido un excelente argumento contarles ese suceso extraordinario. Sólo menciona su conversión de pasada (ver Gál 1, 15). Y cuando en otras partes cuenta sus visiones y revelaciones lo hace en tercera persona ("Sé de un hombre...": 2Cor 12, 2), como si no le gustara hablar de ese tema ni a sus más íntimos. En cambio en los Hechos Pablo aparece divulgándolo varias veces, con toda libertad, y una vez nada menos que ante una verdadera multitud de gente desconocida (Hech 22). ¿Es éste el mismo Pablo de las cartas?
En segundo lugar, los Hechos no dicen que Pablo haya visto a Jesús. Cuentan que sólo "vio una luz venida del cielo" y "oyó una voz" que le hablaba (9, 3-4). En cambio Pablo en sus cartas asegura, aunque sin entrar en detalles, haber visto ese día personalmente a Jesús. A los corintios les advierte: "¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro?" (1Cor 9, 1). Y también: "Se le apareció a Cefas y a los Doce... y finalmente se me apareció también a mí" (1Cor 15, 8).
¿Conversión o vocación?
En tercer lugar, Pablo asegura haber recibido tanto su vocación como el Evangelio que predicaba, directamente de Dios, sin intermediario alguno. En sus cartas afirma: "Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por medio de hombre alguno, sino por Jesucristo" (Gál 1, 1). Y dice: "Les cuento, hermanos, que el Evangelio que les anuncio no es cosa de hombres; pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno sino por revelación de Jesucristo" (1, 11). En cambio en Hechos se dice que fue Ananías quien explicó a Pablo el significado de la luz que lo envolvió, y quien le enseñó la doctrina cristiana (9, 6-19).
Hay otras diferencias entre la versión de Los Hechos de los Apóstoles y la de Pablo. Por ejemplo, Hechos presenta la experiencia de Damasco como una "conversión"; en cambio Pablo nunca dice que se haya convertido, sino que habla de su "vocación" (Gál 1, 15). Hechos dice que su conversión estuvo acompañada de fenómenos externos (una luz celestial, una voz misteriosa, la caída al suelo, la ceguera); en cambio Pablo nunca menciona tales fenómenos exteriores fantásticos, sino más bien sostiene que la revelación que él tuvo fue una experiencia interior (Gál 1, 16).
¿Cómo se explican estas diferencias? ¿Por qué Lucas parece no ajustarse a lo que Pablo señala en sus cartas? Para responder a esto debemos tener en cuenta la intención de los Hechos de los Apóstoles.
Como un militar griego
Lucas, al momento de componer su libro, conocía una tradición que contaba que Pablo, camino a Damasco, había vivido cierta experiencia especial, y que un tal Ananías había desempeñado un papel importante en ella. Y con estos datos compuso un relato siguiendo el esquema de las llamadas "leyendas de conversión". ¿Qué eran las "leyendas de conversión"? Eran narraciones estereotipadas en las que se mostraba cómo a algún personaje, enemigo de Dios, se le manifestaba éste con señales extraordinarias y terminaba convirtiéndolo.
Un ejemplo de ellas es la conversión de Heliodoro, relatada en el 2º libro de los Macabeos. Cuenta esta leyenda que Heliodoro, ministro del rey Seleuco IV de Siria, en su persecución contra los judíos intentó saquear el tesoro del Templo de Jerusalén. Cuando estaba a punto de lograrlo, Dios se le apareció en una impresionante manifestación. Heliodoro cayó al suelo envuelto en una ceguera total, mientras sus compañeros presentían lo sucedido sin poder reaccionar. Al final Heliodoro, que había entrado al Templo con tanta soberbia, debió ser sacado en una camilla mudo e impedido. Luego de varios días, y gracias a la intervención de un judío, el ministro recuperó sus fuerzas, se convirtió y recibió la misión de anunciar en todas partes la grandeza de Dios (2Mac 3).
Tres veces lo mismo
Existen muchas otras leyendas judías que cuentan de idéntico modo la conversión de algún personaje enemigo de Dios. Por lo tanto, no debemos tomar los detalles de la conversión de san Pablo como históricos, sino más bien como parte de un género literario convencional.
¿Y por qué a Lucas le importaba tanto de la conversión de san Pablo, al punto tal de no sólo ampliarla en detalles sino de repetirla ¡nada menos que tres veces! (9, 3-19; 22, 6-16 y 26, 12-18)? ¿Por qué contar tres veces lo mismo, en un libro como los Hechos que se caracteriza por la sobriedad y economía de detalles narrativos, y cuando otros episodios más importantes, como el de Pentecostés, aparecen una sola vez? Porque Lucas, a lo largo de todo su libro, intenta mostrar cómo se cumple una profecía de Jesús: que la Palabra de Dios se extenderá por todo el mundo de aquel entonces. En efecto, al principio, Jesús se les aparece a los apóstoles y les dice: "El Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, hasta los confines de la tierra" (1, 8). ¿Y cuál era en aquel entonces "los confines de la tierra"? Era precisamente Roma, la capital del Imperio. Por lo tanto su objetivo es mostrar cómo la Palabra de Dios llega justamente hasta Roma.
La profecía que cumplir
Pero Lucas no sabía de ninguno de los doce apóstoles que haya llegado hasta Roma. En su libro de los Hechos, Pedro, la cabeza del grupo, nunca sale más allá de Judea y Samaria. Juan, compañero de Pedro, tampoco viaja más que hasta Samaria. Santiago el Mayor es asesinado temprano. Santiago el Menor no se mueve de Jerusalén. Matías, elegido en lugar de Judas, desaparece inmediatamente después de su elección. De los demás apóstoles no hay ni noticias. ¿Cómo mostrar que la profecía de Cristo se cumple y que la Iglesia llega "hasta los confines de la tierra"?
La solución fue hacer recaer sobre Pablo el cumplimiento de esta misión. Pero el problema estaba en que Pablo no era un verdadero apóstol. Porque para Lucas "apóstol" era el que había conocido personalmente a Jesús, y había recibido de él la misión de anunciar el Evangelio (Hech 1, 21-26), cosa que no había sucedido con Pablo. Entonces para explicar por qué Pablo es el que cumple la misión de llegar a Roma, encargada en realidad a los apóstoles, Lucas lo muestra recibiendo del propio Jesús este encargo en el camino de Damasco. Y lo repite tres veces a lo largo del libro, mientras va camino a Roma, como para que no queden dudas.
El arte expositor de Lucas
Pero Lucas no cuenta tres veces lo mismo, sino que con gran habilidad narrativa presenta los relatos de manera diferente, con pequeños cambios graduales, que sirven para exaltar de manera progresiva la figura de Pablo. Veámoslos.
Sobre la luminosidad que envolvió al apóstol, el primer relato habla de "una luz del cielo" (9, 3). El segundo, de "una gran luz" (22, 6). Y el tercero, de "una luz más luminosa que el sol" (26, 13).
El primer relato no dice a qué hora fue aquella luz. Pero el segundo aclara que fue "cerca del mediodía", lo cual resalta el esplendor luminoso. Y el tercero ya dice "en pleno mediodía", mostrando cómo el brillo de la luz superaba al sol cuando éste brilla con mayor fuerza. En el primero y en el segundo relato dice que la luz envolvió sólo a Pablo (9, 3 y 22, 6). En el tercero dice que la luz envolvió también a "todos sus compañeros" (26, 13).
¿De pie o en el suelo?
También las persecuciones que realizaba Pablo antes de convertirse aparecen descritas con esta técnica de graduación. El primero dice que Pablo a los cristianos los "conducía a la cárcel" (8, 3). El segundo agrega que los "perseguía a muerte" (22, 4). Y el tercero, que los metía en la cárcel, los torturaba para que renunciaran a su fe cristiana, los perseguía hasta en ciudades extranjeras, y cuando eran condenados a muerte él contribuía con su voto (26, 10-11).
Lo mismo ocurre con la misión encomendada a Pablo. El primer relato sólo anticipa que Pablo llevará "el nombre de Cristo ante los gentiles, los reyes y los judíos" (9, 15). En el segundo ya aparece enviado "ante todos los hombres" (22, 15). Y en el tercero Pablo no sólo es enviado sino que se especifica los detalles de su misión (26, 16-18).
Con respecto a los fenómenos que aparecieron, el primer relato dice que los compañeros de Pablo oyeron la voz pero no vieron la luz (9, 7). El segundo dice que vieron la luz pero no oyeron la voz (22, 9). Y el tercero, que ni vieron ni oyeron nada. Es decir, cada vez se va centrando más en Pablo el mensaje divino.
Sobre el efecto de la conmoción, la primera y la segunda vez dice que sólo Pablo cayó al suelo, mientras sus compañeros quedaron de pie (9, 7; 22, 7). Pero la tercera vez dice que ellos todos cayeron al suelo (26, 14). Así, también los compañeros de Pablo se unen gradualmente a la adoración de la teofanía.
Y sobre la ceguera, en el primer relato Pablo queda ciego durante tres días (9, 9). En el segundo, sólo permanece ciego durante el tiempo que brilla la luz divina (22, 11). Y en el tercero no se menciona la ceguera, de modo que no hace falta que sea llevado por sus compañeros, ni que lo cure Ananías. Así, cada vez hay menos oscuridad en Pablo.
Un diálogo conocido
Un único elemento se mantiene siempre igual en los tres relatos: el diálogo entre Pablo y Cristo en el momento de la aparición. ¿Por qué fue conservado este diálogo con tanto cuidado? ¿Porque reflejaba quizás una conversación real entre Jesús y el apóstol?
Hoy los biblistas sostienen que se trata de un diálogo también artificial, muy común en el Antiguo Testamento, llamado "diálogo de aparición". Los escritores sagrados lo emplean cada vez que quieren contar la aparición de Dios o de un ángel a alguna persona.
El "diálogo de aparición" consta normalmente de cuatro elementos: a) la doble mención del nombre de la persona (¡Saúl, Saúl!); b) una breve pregunta del personaje (¿Quién eres, Señor?); c) la autopresentación del Señor (Yo soy Jesús, a quien tú persigues); y d) un encargo (Levántate y vete). Este mismo "diálogo" lo tenemos, por ejemplo, cuando el ángel le encarga a Jacob regresar a su patria (Gn 31, 11-13); cuando Dios autoriza a Jacob a bajar a Egipto (Gn 46, 2-3); en la vocación de Moisés (Éx 3, 2-10); en el sacrifico de Isaac (Gn 22, 1-2); en la vocación de Samuel (1Sam 3, 4-14).
Utilizando este "diálogo" artificial, empleado oficialmente para estas ocasiones, Lucas quiso decir a sus lectores que Pablo realmente había conversado con Jesucristo camino a Damasco, y que no había sido una mera alucinación.
Pablo y nosotros
Siempre nos han resultado lejanos y misteriosos los personajes bíblicos, precisamente porque aparecen viviendo experiencias extrañas y especialísimas, que ningún cristiano normal vive hoy en día.
También Pablo, en cierto momento de su vida, experimentó un encuentro íntimo y especial con Jesús, que lo llevó a abandonar todo y a centrar su existencia únicamente en Cristo Resucitado. Fue una experiencia interior inefable, imposible de contar con palabras. Pero el autor bíblico la describe adornada con voces divinas, luces celestiales, caídas estrepitosas, ceguera, para exponer de algún modo lo que nadie es capaz de comunicar.
En realidad la experiencia paulina fue semejante a la de muchos de nosotros. Seguramente nuestra propia vocación cristiana fue también un encuentro grandioso con Jesús resucitado. Pero no oímos voces extrañas, ni vimos luces maravillosas. Y por eso no la solemos valorar. Y muchas veces languidece anémica en algún rincón de nuestra vida diaria.
Por eso hace bien reconocer que tampoco Pablo vio nada de aquello. Que no nos lleva ventaja alguna. Recordarlo, y pensar luego en la cantidad de veces que podemos experimentar a Jesús resucitado en nuestra vida, puede ser la ocasión para animarnos a hacer cosas mayores que las que hacemos ordinariamente. Como las que hizo Pablo.
Poco a poco
Pues eso, que aquí ando dándole vueltas a la cabeza y llena de ideas, de proyectos, de sueños, de realidades, de pesadillas, de... ¡STOP! Si al menos todo esto me adelgazara, pero no, entre los años, la dieta y la falta de ejercicio, me estoy poniendo tremenda. La verdad es que debería centrarme en algo, pero no puedo. No vender mi piso me supuso un palo enorme. La persona que se ha echado para atrás, no puede llegar a concebir lo que me ha hecho. Ahora, poco a poco, comienzo a ver la luz en medio del túnel, pero sigo necesitando que vayáis encendiendo antorchas para que encuentre el camino. No quiero que parezca que toda mi vida está centrada en esa venta, pero quiero dejar bien claro que tal y como están mis cosas, la verdad es que me solucionaba una parte importante de esta vida loca que llevo. En fin, ahora como el ave fénix renazco de mis cenizas y afronto el futuro con una sonrisa (de momento pequeña y algo forzada), pero sé que con vuestras antorchas (o linternas) y con el Señor esa sonrisa se volverá carcajada.
MAS me tiene muy atareada. Entre alimentar el Facebook (¡yo que no quería saber nada!) y el blog, y los correos, etc., no paro. Es ilusionante y a la vez un poco frustrante. La gente responde, pero con tibieza. Yo, sigo a la carga, porque creo que estamos ofreciendo algo que merece la pena y que todos tienen que saber. Si alguien, a estas alturas, no se ha enterado que es eso de MAS, que lea la entrada del día 16 de enero y allí descubriré de lo que se trata.
Todos los días escribo algo, aunque no siempre lo refleje por aquí, y creo que debo tomar la más que buena costumbre de compartirlo. Ideas, pensamientos, reflexiones, cosas que he escuchado, cosas que me han chocado, que me han gustado, o que simplemente he apuntado... ¡tantas cosas! (Aquí suspiro). Sólo quiero compartiros una, de momento, porque es un pequeño testimonio. Andaba yo en mis negruras, sin saber para donde tirar y viendo la botella más que vacía (casi rota). La verdad es que estas Navidades han sido muy agridulces para mí. Podría decir más "agri" que otra cosa. Pero no por la Navidad (bendita época) sino por cosas a mi alrededor que me hostigaban y me preocupaban. Podría haberme pasado en cualquier época del año, pero ha coincidido en ésta. Echaba también de menos la reunión del grupo de oración los viernes. Durante las Navidades no nos hemos reunido y, la verdad, me faltaba algo. El día 11 de enero nos volvimos a reunir y fue una alegría enorme volver a vernos. Desde que empezó la alabanza yo sentía en mi interior que tenía que leer Isaías 43, y la idea me rondaba y rondaba. Pero, no lo tenía que hacer en voz alta, era como si tuviera que esperar para leerla a solas. Cuando llegué a casa la leí. Así comienza: "Ahora, así dice Yahvéh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. 'No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti. Porque yo soy Yahvéh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador'." Podéis imaginar el subidón. Fue como si me metieran un chute de adrenalina. Me leí el capítulo entero y me emocioné aún más. En los versículos 18 y 19 habla de cómo el Señor renueva todo y abre senderos en el páramo, y pone agua en el desierto. Y así, de nuevo, el Señor me vuelve a coger de la mano y me dice cuanto me quiere y que nada malo me va a suceder. Y yo, vuelvo a levantar mi cabeza y, sobre todo, mi corazón y me siento mucho menos sola. Pero, le pido al Señor que no me olvide, que no pase deprisa la página y no me acuerde de lo que me ha dicho. Aunque también sé que cuantas veces me olvide, cuantas veces caiga. Él me levantará y me hará recordar sus promesas. Sólo me queda decir: ¡Gracias, Señor! ¡Bendito y alabado seas por siempre!
MAS me tiene muy atareada. Entre alimentar el Facebook (¡yo que no quería saber nada!) y el blog, y los correos, etc., no paro. Es ilusionante y a la vez un poco frustrante. La gente responde, pero con tibieza. Yo, sigo a la carga, porque creo que estamos ofreciendo algo que merece la pena y que todos tienen que saber. Si alguien, a estas alturas, no se ha enterado que es eso de MAS, que lea la entrada del día 16 de enero y allí descubriré de lo que se trata.
Todos los días escribo algo, aunque no siempre lo refleje por aquí, y creo que debo tomar la más que buena costumbre de compartirlo. Ideas, pensamientos, reflexiones, cosas que he escuchado, cosas que me han chocado, que me han gustado, o que simplemente he apuntado... ¡tantas cosas! (Aquí suspiro). Sólo quiero compartiros una, de momento, porque es un pequeño testimonio. Andaba yo en mis negruras, sin saber para donde tirar y viendo la botella más que vacía (casi rota). La verdad es que estas Navidades han sido muy agridulces para mí. Podría decir más "agri" que otra cosa. Pero no por la Navidad (bendita época) sino por cosas a mi alrededor que me hostigaban y me preocupaban. Podría haberme pasado en cualquier época del año, pero ha coincidido en ésta. Echaba también de menos la reunión del grupo de oración los viernes. Durante las Navidades no nos hemos reunido y, la verdad, me faltaba algo. El día 11 de enero nos volvimos a reunir y fue una alegría enorme volver a vernos. Desde que empezó la alabanza yo sentía en mi interior que tenía que leer Isaías 43, y la idea me rondaba y rondaba. Pero, no lo tenía que hacer en voz alta, era como si tuviera que esperar para leerla a solas. Cuando llegué a casa la leí. Así comienza: "Ahora, así dice Yahvéh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. 'No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti. Porque yo soy Yahvéh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador'." Podéis imaginar el subidón. Fue como si me metieran un chute de adrenalina. Me leí el capítulo entero y me emocioné aún más. En los versículos 18 y 19 habla de cómo el Señor renueva todo y abre senderos en el páramo, y pone agua en el desierto. Y así, de nuevo, el Señor me vuelve a coger de la mano y me dice cuanto me quiere y que nada malo me va a suceder. Y yo, vuelvo a levantar mi cabeza y, sobre todo, mi corazón y me siento mucho menos sola. Pero, le pido al Señor que no me olvide, que no pase deprisa la página y no me acuerde de lo que me ha dicho. Aunque también sé que cuantas veces me olvide, cuantas veces caiga. Él me levantará y me hará recordar sus promesas. Sólo me queda decir: ¡Gracias, Señor! ¡Bendito y alabado seas por siempre!
jueves, 24 de enero de 2013
Santo del día
Autor: . | Fuente: Corazones.org Francisco de Sales, Santo | |
Memoria litúrgica. 24 de enero | |
Obispo de Ginebra,
| |
miércoles, 23 de enero de 2013
Santo del día
Tomado de la página de Catholic Net Ildefonso, Santo | |
Obispo, 23 de enero | |
Obispo de ToledoEtimología: Ildefonso = Aquel que esta listo para la batalla, es de origen germánico. ![]() Nacido en el 607, durante el reinado de Witerico en Toledo,de estirpe germánica, era miembro de una de las distintas familias regias visigodas. Según una tradición que recoge Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Vetus, PL 96,11), fue sobrino del obispo de Toledo San Eugenio III, quien comenzó su educación. Por el estilo de sus escritos y por los juicios emitidos en su De viris illustribus sobre los personajes que menciona, se deduce que recibió una brillante formación literaria. Según su propio testimonio fue ordenado de diácono (ca. 632-633) por Eladio, obispo de Toledo (De vir. ill. 7: PL 96,202). En un pasaje interpolado del Elogium, se dice que siendo aún muy niño, ingresó en el monasterio Agaliense, en los arrabales de Toledo, contra la voluntad de sus padres. Más adelanté se afirma que «se deleitaba con la vida de los monjes», frase que debe interpretarse siguiendo a Flórez (V,276) en el sentido de que desde niño se inclinó al estado religioso. Ildefonso estuvo muy vinculado a este monasterio, como él mismo recuerda al hablar de Eladio, y como se deduce del De vir. ill. con el que pretende exaltar la sede toledana y quizá mostrar el papel privilegiado que correspondía al monasterio Agaliense. Estando ya en el monasterio, funda un convento de religiosas dotándolo con los bienes que hereda, y en fecha desconocida (650?), es elegido abad. Firma entre los abades en los Concilios VIII y IX de Toledo, no encontrándose su firma, en cambio, en el X (656). Muerto el obispo Eugenio III es elegido obispo de Toledo el a. 657, y según el Elogium obligado a ocupar su sede por el rey Recesvinto. En la correspondencia mantenida con Quirico, obispo de Barcelona, se lamenta de las dificultades de su época. A ellas atribuye el Elogium que dejase incompletos algunos escritos. Muere el 667, siendo sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y posteriormente trasladado a Zamora. Su fiesta se celebra el 23 de enero. Es patrón de la ciudad Zamora, en cuya Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, reposan sus restos; de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la misma provincia, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor. También es el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la provincia de Sevilla. La Orden de Caballeros Cubicularios se encarga de la custodia de sus reliquias en la citada iglesia zamorana. Milagro del encuentro con la Virgen La noche del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor. Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de un espacio sagrado relacionado con la Virgen Maria a quien se venera en el Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos pueden aun venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso. De San Ildefonso de Toledo (del Libro de la perpetua virginidad de Santa María) A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro. Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo, servirte a ti y a tu Señor. A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador; a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios. Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor. Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad. ¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente! Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor con la excusa de honrar a Dios su Hijo. Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo, deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre. Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor; lo que se da a la Madre redunda en el Hijo; lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido, y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey. Por eso me gozo en mi Señora, canto mi alegría a la Madre del Señor, exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne. Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua, ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad por los siglos de los siglos. Amén. |
martes, 22 de enero de 2013
Santo de Hoy
Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net Vicente, Santo | |
Diácono y Mártir, 22 de enero | |
Diácono y MártirEtimología: Vicente = Aquel que es un vencedor, es de origen latino. ![]() Los Hechos de su martirio, apócrifos como muchas Pasiones de otros mártires, se inspiran en documentos y tradiciones basados en realidades históricas. Las noticias históricas, reducidas a lo esencial, dicen que Vicente, natural de Huesca, durante la persecución de Diocleciano fue llevado encadenado de Zaragoza a Valencia para ser procesado ante el gobernador Daciano, junto con su obispo, y que sufrió el martirio en Valencia. A estas pocas noticias históricas se añaden las narraciones de los Hechos. EL obispo de Zaragoza era un poco tartamudo y, por tanto, le iba mal en la oratoria. Pero tuvo la fortuna de encontrar al joven Vicente, bien preparado culturalmente y hábil en el manejo de la palabra. Fue ordenado Diácono y se le confió el cargo de coadjutor del obispo para la predicación del Evangelio. En el imperio romano campeaba una cruel persecución, y Daciano, gobernador de Valencia, hizo pronto encadenar a los hombres más importantes de la Iglesia española. Al Diácono Vicente le fueron puestos grilletes y así lo condujeron a pie de Zaragoza a Valencia, junto con su obispo; pero aún en esas circunstancias aprovechó la ocasión para predicar el Evangelio, y en nombre del obispo tomó la palabra para confutar las acusaciones del gobernador y para exponerle el mensaje evangélico sin las distorsiones de la propaganda anticristiana. Daciano no se convenció, pero comprendió que el adversario que había que destruir era precisamente Vicente. Pero primero ordenó que lo torturaran. Después lo metieron en una celda oscura, en donde el pavimento estaba totalmente lleno de cascajos cortantes para prolongar los suplicios. Pero Vicente, con voz todavía fuerte, entonó himnos de agradecimiento a Dios. Entonces, el gobernador, para quitarle este motivo de gloria, ordenó que lo colocaran en una cama muy cómoda, pero en ese momento murió el Diácono. Llevaron el cuerpo al campo para que lo devoraran las fieras, pero apareció un cuervo que defendió el cadáver de la voracidad de los otros animales. Entonces Daciano ordenó que lo metieran en un costal junto con una gran piedra y lo echaran al río; pero el cuerpo no se hundió y las aguas lo fueron llevando hasta dejarlo en una orilla. Los cristianos lo recogieron y erigieron una iglesia para su tumba. Consulta también San Vicente, Diácono y Mártir de Jesús Martí Ballester | |
lunes, 21 de enero de 2013
Santa Inés
Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net Inés, Santa | |
Mártir, 21 de enero | |
MártirEtimología: Inés = aquella que se mantiene pura, es de origen griego. ![]() Su popularidad y su devoción hacen pensar que no son improbables las leyendas que se nos han transmitido de boca en boca y también con escritos. Basado en una tradición griega, el Papa Dámaso habla del martirio de Santa Inés sobre una hoguera. Pero parece más cierto lo que afirma el poeta Prudencio y toda la tradición latina, es decir, que la jovencita, después de haber sido expuesta a la ignominia de un lugar de mala fama por haberse negado a sacrificar a la diosa Vesta, fue decapitada. Así comenta el hecho San Ambrosio, al que se le atribuye el himno en honor de Agnes heatae virginis: “¿En un cuerpo tan pequeño había lugar para más heridas? Las niñas de su edad no resisten la mirada airada de sus padres, y las hace llorar el piquete de una aguja: pero Inés ofrece todo su cuerpo al golpe de la espada que el verdugo descarga sobre ella”. Alrededor de su imagen de pureza y de constancia en la fe, la leyenda ha tejido un acontecimiento que tiene el mismo origen de la historia de otras jóvenes mártires: Agata, Lucia, Cecilia, que también encuentran lugar en el Canon Romano de la Misa. Según la leyenda popular, fue el mismo hijo del prefecto de Roma el que atentó contra la pureza de Inés. Al ser rechazado, él la denunció como cristiana, y el prefecto Sinfronio la hizo exponer en una casa de mala vida por haberse negado a rendirle culto a la diosa Vesta. Pero Inés salió prodigiosamente intacta de esa difamante condena, porque el único hombre que se atrevió a acercarse a ella cayó muerto a sus pies. Pero el prefecto no se rindió ante el prodigio y la condenó a muerte. Un antiguo rito perpetúa el recuerdo de este ejemplo heroico de pureza. En la mañana del 21 de enero se bendicen dos corderitos, que después ofrecen al Papa para que con su lana sean tejidos los palios destinados a los Arzobispos. La antiquísima ceremonia tiene lugar en la iglesia de Santa Inés, construida por Constantina, hija de Constantino, hacia el 345. | |
domingo, 20 de enero de 2013
San Sebastián
Autor: . | Fuente: ACI Prensa Sebastián, Santo | |||
Mártir, 20 de enero | |||
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jueves, 17 de enero de 2013
San Antón
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