viernes, 25 de enero de 2013

Poco a poco

Pues eso, que aquí ando dándole vueltas a la cabeza y llena de ideas, de proyectos, de sueños, de realidades, de pesadillas, de... ¡STOP! Si al menos todo esto me adelgazara, pero no, entre los años, la dieta y la falta de ejercicio, me estoy poniendo tremenda. La verdad es que debería centrarme en algo, pero no puedo. No vender mi piso me supuso un palo enorme. La persona que se ha echado para atrás, no puede llegar a concebir lo que me ha hecho. Ahora, poco a poco, comienzo a ver la luz en medio del túnel, pero sigo necesitando que vayáis encendiendo antorchas para que encuentre el camino. No quiero que parezca que toda mi vida está centrada en esa venta, pero quiero dejar bien claro que tal y como están mis cosas, la verdad es que me solucionaba una parte importante de esta vida loca que llevo. En fin, ahora como el ave fénix renazco de mis cenizas y afronto el futuro con una sonrisa (de momento pequeña y algo forzada), pero sé que con vuestras antorchas (o linternas) y con el Señor esa sonrisa se volverá carcajada.
MAS me tiene muy atareada. Entre alimentar el Facebook (¡yo que no quería saber nada!) y el blog, y los correos, etc., no paro. Es ilusionante y a la vez un poco frustrante. La gente responde, pero con tibieza. Yo, sigo a la carga, porque creo que estamos ofreciendo algo que merece la pena y que todos tienen que saber. Si alguien, a estas alturas, no se ha enterado que es eso de MAS, que lea la entrada del día 16 de enero y allí descubriré de lo que se trata.
Todos los días escribo algo, aunque no siempre lo refleje por aquí, y creo que debo tomar la más que buena costumbre de compartirlo. Ideas, pensamientos, reflexiones, cosas que he escuchado, cosas que me han chocado, que me han gustado, o que simplemente he apuntado... ¡tantas cosas! (Aquí suspiro). Sólo quiero compartiros una, de momento, porque es un pequeño testimonio. Andaba yo en mis negruras, sin saber para donde tirar y viendo la botella más que vacía (casi rota). La verdad es que estas Navidades han sido muy agridulces para mí. Podría decir más "agri" que otra cosa. Pero no por la Navidad (bendita época) sino por cosas a mi alrededor que me hostigaban y me preocupaban. Podría haberme pasado en cualquier época del año, pero ha coincidido en ésta. Echaba también de menos la reunión del grupo de oración los viernes. Durante las Navidades no nos hemos reunido y, la verdad, me faltaba algo. El día 11 de enero nos volvimos a reunir y fue una alegría enorme volver a vernos. Desde que empezó la alabanza yo sentía en mi interior que tenía que leer Isaías 43, y la idea me rondaba y rondaba. Pero, no lo tenía que hacer en voz alta, era como si tuviera que esperar para leerla a solas. Cuando llegué a casa la leí. Así comienza: "Ahora, así dice Yahvéh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. 'No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti. Porque yo soy Yahvéh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador'." Podéis imaginar el subidón. Fue como si me metieran un chute de adrenalina. Me leí el capítulo entero y me emocioné aún más. En los versículos 18 y 19 habla de cómo el Señor renueva todo y abre senderos en el páramo, y pone agua en el desierto. Y así, de nuevo, el Señor me vuelve a coger de la mano y me dice cuanto me quiere y que nada malo me va a suceder. Y yo, vuelvo a levantar mi cabeza y, sobre todo, mi corazón y me siento mucho menos sola. Pero, le pido al Señor que no me olvide, que no pase deprisa la página y no me acuerde de lo que me ha dicho. Aunque también sé que cuantas veces me olvide, cuantas veces caiga. Él me levantará y me hará recordar sus promesas. Sólo me queda decir: ¡Gracias, Señor! ¡Bendito y alabado seas por siempre!

No hay comentarios: