lunes, 23 de diciembre de 2013

PREGÓN DE NAVIDAD

Se hace saber que ante la abrumadora ola de mensajes vacuos y cursis que nos rodean, he decidido pregonar a los cuatro vientos mi posición. Voy a ser radical, y la verdad es que poco me importa. Visto lo visto, a veces una tiene que dejarse de tonterías y convertirse en alguien políticamente muy incorrecto. Todos los años asistimos al mismo triste espectáculo. Y digo triste porque eso es lo me causa: tristeza (además de alguna nausea). Y es que ya está bien de que despuntando noviembre comencemos a ser bombardeados con mensajes almibarados de retornos a casa, gordos de rojo, abuelitas cocineras, juegos de azar en paisajes nevados, burbujas de cava y demás zarandajas. ¿Qué tiene que ver eso con la Navidad? Pues yo creo que nada. Es como si todo el mundo hiciera un pacto de no agresión (aunque resulta bastante agresivo) y decidiera volverse cursi de golpe. Eso sí, al único que no mencionan es al único que tendrían que celebrar: a Jesús. Tanto se habla de amor, paz, alegría, etc., pero no se menciona al único que trae a nuestras vidas todo eso y mucho más. No es de extrañar que muchos huyan y quieran salir corriendo de esta locura, a mí me dan ganas de hacerlo. Yo tampoco quiero celebrar esta Navidad desvirtuada y desnortada. Jesús debería ser el único protagonista, el único regalo que deseáramos y pidiéramos. Pero, está visto, que Él es en muchos casos el gran ausente de toda esta algarabía navideña. ¡Cuánto miedo al silencio! ¡Cuánto miedo a un Niño pequeño y desvalido! 
Escuchaba esta madrugada la radio (mi sempiterna falta de sueño) y me estremecía al oír lo que decían algunas personas sobre la Navidad: "antes era mejor, se ha perdido la magia, mis hijos ya han crecido, falta esta persona o aquella, etc..." Un rosario de recuerdos nostálgicos y presente triste. ¡Qué pena! Pues sí,  ¡qué pena! Todos hemos perdido cosas y personas a lo largo del camino, todos sufrimos las ausencias, pero es precisamente allí, en lo que nos duele, donde quiere nacer el Señor. Jesús, si le abrimos, quiere llenar nuestros vacíos. Y, verdaderamente, es el único que puede hacerlo. "Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz". 
Y por eso pregono que yo quiero celebrar el nacimiento de este Niño. Quiero celebrar el día en el que el cielo y la tierra se besan. Quiero pararme, contemplar el misterio de Dios encarnado en una Virgen, para salvarme, por pura gracia, por pura iniciativa suya. Quiero hacer silencio ante la magnitud de algo tan pequeño e indefenso como un bebé, nacido para redimir al mundo. ¡Basta ya de tanto ruido! 
Ojalá todos podamos vivir una Navidad "como Dios manda". Ojalá todos aprendamos a pronunciar correctamente la palabra Navidad. Como pasa con muchos idiomas, se escribe de una manera, pero se pronuncia de otra. Aprendamos a decirlo bien.
Os deseo de todo corazón a todos una Feliz Navidad, es decir, un Feliz Nacimiento de Jesucristo en vuestras vidas.

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