viernes, 17 de diciembre de 2010

Reflexiones de Adviento-Navidad

"Recordad el pasado con gratitud, vivid el presente con entusiasmo y mirad hacia el futuro con confianza". Esto lo dijo el gran Juan Pablo II en su encíclica "Novo Millenio Inuente", al principio del nuevo milenio. Y creo que es así como deberíamos vivir este tiempo maravilloso y, por supuesto, toda nuestra vida. Al menos así es como quiero vivirlo yo. Y os lo dice alguien que durante gran parte de su vida se pasaba el tiempo recordando el pasado con melancolía, no disfrutando nada del presente y mirando el futuro con absoluta desconfianza. Pero, gracias a Dios, todo eso cambió y ahora puedo hacer mía esta frase de Juan Pablo II.

En este mes de diciembre he tenido 3 retiros: uno personal y solitario, otro con el grupo de Santa María del Buen Humor y otro con mi grupo de Maranatha. Han sido tres momentos diferentes pero llenos de intensidad. En cada uno de ellos he podido ir preparando mi corazón y toda mi realidad viviente a la gran revelación que el Señor nos quiere brindar en este tiempo tan especial. De mi retiro en solitario ya os he hablado, por eso me quiero centrar en los otros dos.

Con el grupo del Buen Humor estuve en la casa que tienen los capuchinos en el Cristo del Pardo. ¡Una maravilla de casa! Nos acompañó nuestro querido Padre Eusebio, dominico y psicólogo. Fue un Retiro de sanación interior y asistimos unos 40. Eusebio, en su sencillez, entró hasta el fondo de nuestro ser y pudimos compartir a "tumba abierta" todas esas cosillas que nos abruman e impiden, a veces, que el Señor pueda realizar su obra en nosotros. Entre otras cosas me quedo con lo siguiente: "La experiencia de Dios me hace sanarme. Me hace experimentar lo que me traumatizaba como algo nuevo. Ver los acontecimientos con los ojos de Dios, a través del Espìritu. Así nos abrimos al amor, a recibirlo y a darlo. Actuar a golpe de Espíritu. Primero me hace ver las cosas de un modo distinto a como las veía antes. De ahí me hace desearlas y manejarlas de otro modo. Es esencial conocer para poder amar. El Espíritu de Dios es siempre presencia, siempre es luz, siempre es paz. Cuando Él está sobre mí, me hace verlo todo como Él lo ve. El Espíritu crea unidad dentro de mí. El Espíritu es uno, y me unifica." Todo ello vivido con mis hermanos en un ambiente de oración unos por los otros. ¡Realmente precioso!
El otro retiro fue con mi grupo de Maranatha. Como otras muchas veces estuvimos en la casa de La Cardosilla, en Los Negrales. Es decir, en mi pueblo, ya que Los Negrales es un barrio de Alpedrete. De modo que lo tenía fácil para ir. Nos acompañó el Padre Manolo Tercero, franciscano menor. Me encantó volverle a ver, ya que estuve con él en Loyola, donde toda esta historia que estoy viviendo ahora comenzó. Por eso lo siento como uno de los protagonistas y agentes de mi realidad actual. Manolo estuvo simpático, alegre, dicharachero, cordial, cercano, en fin, una delicia. Éste fue un retiro dedicado al Adviento y a la Navidad. Manolo nos introdujo en la Navidad como gran misterio de Dios. Nos hizo ver que todo se basa en el amor, en esas entrañas de misericordia de nuestro Dios que ama hasta el extremo a sus criaturas. "Tenemos que creer que nace la vida de Dios en nosotros. Una vida nueva, distinta. Dios ha descendido a la realidad pobre del hombre. Jesús se ha hecho hombre pobre. Hay que entrar hasta el fondo en el misterio de la Navidad. En cada Navidad, Dios tiene que adueñarse cada vez más de mi ser". El domingo tuvimos una adoración preciosa, con una oración de sanación interior y física fuerte. Creo que todos experimentamos el paso de nuestro Señor. Las caras, llenas de lágrimas, se veían tocadas, transformadas. Fue un momento de gran emoción, pero no emocional, no simplemente sentimiento sino auténtica y verdadera presencia de nuestro Señor entre nosotros. Por primera vez experimenté algo que no había experimentado en ninguna adoración. Era como si no sólo nosotros estuviéramos contemplando al Señor, sino que Él mismo estaba contemplando a cada uno de sus "chiquitines" con un inmenso amor. Fue algo muy especial sentir esa mirada llena de amor. Antes de eso, Manolo, nos dio una enseñanza preciosa leyéndonos el Evangelio de la curación del paralítico al que los hermanos descienden desde el tejado a los pies del Señor. Desde ese texto nos estuvo hablando de cómo nos cuesta presentarnos ante el Señor tal como somos. "No nos damos cuenta de que Él lo sabe todo, nos conoce enteros y no le podemos engañar. Somos contemplados por Dios tal cual somos. Tenemos que dejarnos ver por el Señor. Jesús ve al hombre como es. Conoce su corazón, sus sentimientos. Y conoce el origen mismo de esos sentimientos." Nos hizo además reflexionar en cómo transmitir la buena nueva de la salvación a otros. "¡Cuánta paz hay en nuestro corazón cuando sabemos que Jesús nos salva!" Deberíamos ser todos portadores alegres de esa gran verdad, de ese gran amor del Señor por todos. Si empezamos hablándoles a los demás de cargas e imposiciones, mandamientos y leyes, no conseguiremos convencerles de nada. El mensaje de amor es el que triunfa. ¿Quién no quiere saberse totalmente amado tal cual es?
En fin, preparemos nuestro corazón para acoger a Aquel que quiere nacer en él. No escondamos nuestros defectos y dejémonos amar donde estamos y en lo que somos. Volviendo a la primera frase espero que todos podamos recordar todo lo que hemos pasado dando infinitas gracias, vivamos nuestro presente con el fervor y el entusiasmo del que se siente amado y salvado, y miremos hacia el futuro con la confianza de que nuestro Señor nos espera a cada vuelta de la esquina con los brazos bien abiertos. Éste es mi deseo para todos vosotros en este tiempo de Adviento-Navidad.

No hay comentarios: