viernes, 3 de diciembre de 2010

Regalitos del Señor


"La alegría habita en las cosas pequeñas". Así dice un mensaje que he recibido por correo-e. Y es absolutamente verdad. Nos pasamos la vida buscando la felicidad en "lo grande". Queremos encontrarla en grandes sucesos, en grandes sensaciones, pero no nos damos cuenta de que en realidad reside en lo más pequeño, y aparentemente banal. Yo misma he sido testigo de esto. Tenía pensado irme a la Trapa en estos días, pero el tiempo invernal me lo ha impedido. Andaba algo perdida y el martes decidí ir a Misa a la casa de las Teresianas en Los Negrales. La casa se llama Santa María, y es preciosa. No suelo ir allí, pero ese día fuí, y el Señor me tenía su "regalito". De pronto sentí que podía pasar esos días allí, y le pregunté a una de las Teresianas si era posible. Me dijo que estarían encantadas de recibirme y que me sintiera libre de ir cuando quisiera. Han sido dos días preciosos. Me han respetado en mi silencio, y he podido discernir y estar a la escucha del Señor. La Casa tiene la particularidad de que está enterrado allí San Pedro Poveda, fundador de las Teresianas. Su ataúd es el altar de la Capilla. La foto que acompaña esta entrada es de esa capilla. San Pedro Poveda me ha ayudado estos dos días, y ése ha sido otro de los "regalitos". Encontré un libro, primer tomo de su obra, en el que he encontrado algunas respuestas a tantas preguntas que bullen en mi interior. Como decirlo, sin buscarlo, sin prepararlo, con esa espontaneidad que a veces tiene el Señor, me he encontrado con dos días preciosos a solas con Él. La vida tiene muchas encrucijadas, y cuando se ha tomado una decisión tan tajante como la mía, todavía muchas más, pero el Señor tiene un camino trazado para cada uno de nosotros y nos espera a cada vuelta de ese camino para seguir indicándonos por donde ir. Nosotros tenemos que ponernos a la escucha y Él está ahí esperando para hablarnos. No quiero decir que de un plumazo haya resuelto todas mis inquietudes, pero sí que tengo más claras muchas cosas. Ahora me toca "tirarpalante" con más ganas que nunca, sabiendo que el que construye todo es Él y que yo soy sólo un instrumento en sus manos. Sin Él no podemos hacer nada; debemos permanecer unidos a Él y así daremos mucho fruto. Me siento "remando mar adentro" y con viento favorable. ¡Gracias, Señor!

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