lunes, 31 de diciembre de 2012

Principio y fin


Hay un tiempo para cada cosa. Así lo dice el Libro del Eclesiastés, un tiempo para sembrar, un tiempo para cosechar, un tiempo para reír, un tiempo para llorar, etc... Y ahora es el tiempo de terminar para volver a empezar. Así cada año, por estas fechas, echamos la vista atrás recordando lo vivido y miramos hacia adelante esperando aprovechar las 365 oportunidades que nos brinda el año nuevo. Y yo no podía ser menos. Pero no quiero explayarme relatando todo lo acontecido durante este año, no tengo tiempo ni ganas de hacerlo, prefiero compartir mi presente para encarar con ganas el futuro. Y es que voy a necesitar muchas ganas, mucha oración, mucha ayuda, para entrar con buen pie en el año. Ahora más que nunca debo aferrarme al Señor y esperar en Él. Debo poner en práctica tantas cosas escuchadas y dichas, ahora es el tiempo de hacerlas carne y de vivirlas. Ahora es el tiempo de creerme las promesas que Él me ha hecho, de creerme cada palabra que me ha regalado. Si no lo hiciera, si tirara la toalla, si me dejara caer en la desesperación, todo sería vacío y mentira, y le daría cancha al otro, al enemigo que no quiere verme feliz. Me siento como Job, y os aseguro que no son palabras dichas al viento, exactamente como Job. Estoy llegando al límite de todo, y lo único que me queda es gritarle al Señor y esperar en Él. Y toda mi carne se rebela, y me duele, y tengo que pararme para poder coger aire y respirar en el Señor. En fin, que ese es mi presente y que no puedo negar lo que vivo y siento. De todos modos sigo pensando que hay mucho por delante, que a pesar de los nubarrones el sol está allí, que los túneles se acaban, que lo que hoy nos parece imposible, mañana se vuelve posible, que merece la pena vivir y que hay que hacerlo a tope.
Gracias por haberme acompañado hasta aquí, gracias de antemano porque sé que lo vais a hacer en este año que empieza. Parémonos un momento y demos gracias al Señor por lo que se acaba y por lo que empieza, recordando que Él hace nuevas todas las cosas y sabiendo que cuida de nosotros sin descanso. Os deseo a todos un bendito y feliz año nuevo.

1 comentario:

Mª Angeles de Frutos dijo...

Aunque los empellones del acontecimiento concreto los vive uno en propia carne, sólo uno sabe lo que se pasa, es una suerte poder clamar a Dios como niños que han perdido el rumbo, y tb tener amigos, a veces poco se puede hacer más que escuchar el desahogo y orar, estar con nuestras pobrezas y límites, pero tb con mucho cariño. A ver si el tal Isidro ese da alguna pista.....Besos lou.