martes, 20 de octubre de 2015

Como un vendaval


Así se titula un libro del P. Vicente Borragán, OP, "Como un vendaval" y no he encontrado una manera mejor para describir lo que he vivido estos últimos días. No me cansaré de dar gracias a Dios por haberme llevado a la Renovación Carismática. A esta corriente de gracia que atraviesa la Iglesia "como un vendaval".
La semana pasada, exactamente el lunes 12 de octubre, cenaba en casa de una amiga con un grupo de sacerdotes (más de 20) y con Ironi Spuldaro, un hermano de la Reno brasileña que ha estado por Madrid. Fue una experiencia inolvidable. El fuego del Espíritu salían por la boca de Ironi mientras nos hablaba, compartiéndonos su testimonio y luego orando por cada uno de los que allí estábamos. Fueron 3 horas intensas llenas de Dios. Sólo sé que al día siguiente tenía una reunión con la Coordinadora Regional y no podía dejar de hablar de ello. Cómo me habría marcado lo vivido que uno de mis hermanos me dijo que me había cambiado la mirada, que estaba distinta, que transmitía algo especial. Y eso sólo fue el principio.
El miércoles estuve en una Eucaristía preciosa en San Juan Crisóstomo. Al final de la Misa, expusieron el Santísimo e Ironi compartió testimonios, oró, tuvo palabras de conocimiento, y de nuevo "como un vendaval" el Espíritu Santo se hizo presente arrastrándonos a todos los presentes con su fuerza arrolladora. Fue algo increíble. ¡Un chute de Espíritu Santo en vena! De nuevo, salí flotando y sintiendo con una fuerza como hacía tiempo no sentía, la maravilla de esta experiencia pentecostal en la Iglesia Católica. Hoy, el Señor puede hacer los mismos milagros que hizo cuando estaba vivo y aún mayores. Pero, sobre todo, era sentir que todo es gracia, con una fuerza tal que no puedes más que cantar y alabar, y bendecir y adorar, y....
Y ya la guinda del pastel ha sido el Encuentro Nacional de la RCCeE del pasado fin de semana. Ha compartido con nosotros Andrés Arango de Estados Unidos. ¡Un soplo de aire fresco del Espíritu! Su forma de hablar de cosas que todos se supone que ya sabemos, pero con una frescura, con un ímpetu, con una convicción, realmente contagiosas. A la alegría de ver a tantos hermanos de España que no suelo ver, se unía la alegría que se respiraba en el ambiente. Nos han dado una auténtica inyección de gracia, de fuerza en el Señor. Y ahora nos toca transmitirlo, proclamarlo con poder.
Por eso no me cansaré de dar gracias a Dios de haberme traído a la Renovación Carismática. Cada día el Señor se hace nuevo y nos revela su amor incondicional por nosotros. Ayer mientras me dirigía a Aluche, donde 3 grupos de la Reno de Madrid se han unido para hacer un Seminario de Vida en el Espíritu, iba dando gracias y saboreando todo lo vivido. Y no puedo dejar de sonreír, de dar gracias y de alabar al Señor. ¿Cómo no hacerlo cuando nos ha dado tanto y nos da tanto cada segundo? Redescubrir la gratuidad de la salvación, el poder de la alabanza, el fuego del Espíritu, el inmenso amor de Dios por todos, pero también en especial por mí. Eso no tiene precio. ¿Cómo no dar gracias al Señor por todo ello?

No hay comentarios: