lunes, 3 de diciembre de 2007

Tiempo ordinario extraordinario

La vuelta a la vida cotidiana después de un retiro es siempre dura. Durante unas horas, unos días, te alejas del mundanal ruido y te sumerjes en la vida de Dios. Por un instante vislumbras lo que debe ser el cielo; esa vida eterna de alabanza y compartir de la que nos han hablado y que todos anhelamos. Esa promesa preciosa del Reino. Luego, aterrizas, y vuelves a lo ordinario, pero con sensaciones de lo extraordinario. Este retiro de Adviento ha sido una gozada. El Padre Paco Arias, con sus chascarrillos, con sus formas entrañables, con su gran profundidad cargada de humildad, ha sido un regalo que Dios nos ha hecho para empezar el Adviento. Me he sentido transportada a mis primeros días en la Reno, pero no con la nostalgia de lo ya vivido sino con la certeza de que esto es lo que quiero vivir, que no concibo otra manera de compartir con mi comunidad, que no podemos permitirnos el lujo de perdernos lo que el Señor nos ha regalado a cada uno de nosotros y nos quiere seguir regalando. El poder compartir con los hermanos, escuchar lo que el Señor está haciendo, ver como las personas se abren, a tumba abierta, y te cuentan sus alegrías, sus penas, sus dudas, es algo que te llena de fuerza para enfrentarte a este tiempo ordinario. Me doy cuenta de que como decía San Pablo, no somos de este mundo. Pero la realidad es que tenemos que vivir en él; casi diría, sobrevivir en él, y que tenemos que quedarnos con lo bueno que nos ofrece y evitar, radicalmente, todo lo negativo y dañino que hay en él. En este momento de mi vida me gustaría poder salirme de este mundo y vivir siempre "de retiro", pero sería absurdo y además imposible. En esta realidad me quiere el Señor, aquí es donde tengo que vivir, aquí es donde Él se va a manifestar con fuerza, aquí es donde Él quiere nacer. Que tengo dudas, todas, que tengo miedo, mucho, que no sé qué va a pasar, por supuesto, sólo tengo algo claro, que el Señor pone caminos donde parece imposible y que nos prepara algo tan extraordinario en lo ordinario que no podemos ni llegar a imaginar. Eso es lo que me mueve a seguir esperando, con ganas renovadas, la sorpresa diaria, el regalo cotidiano, sabiendo que cada día que pasa estoy más cerca de la meta.

1 comentario:

Lou dijo...

Ya están las charlas en la web de Maranatha. Gracias a José Monedero por su rapidez. Podéis entrar en Maranatha pinchando sobre ese nombre en la columna No te pierdas.